Elizabeth De la Cruz
Sábado, 4 de junio 2016, 09:11
«¿Eres feliz?». Para algunos puede resultar una cuestión relativamente fácil de responder, pero no por ello a sus espaldas puede llegar a esconder tras de sí, un verdadero viaje hacia las emociones, los sueños, y los recuerdos. Esa es la esencia de Distancia siete minutos. Una verdadera ópera prima de la compañía Titzina, la cual, tras casi quince años de trabajo, vuelve a remover las entrañas del público del Festival de Teatro de El Ejido, con una representación que en menos de hora y media, da forma a todo un vaivén de emociones y estados. Es la magia del teatro.
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Una puesta en escena minimalista y que a priori puede resultar sencilla, sólo a priori porque la magia con la que Pako Merino y Diego Lorca -sus creadores e intérpretes- mueven todos los elementos sobre el escenario, es digna de recibir cuanto menos una reconocida mención. Con una iluminación más que conseguida, en ocasiones algo tenue, en otras, con una mezcla de explosión y color, hay que destacar el gran trabajo actoral de sus intérpretes, quienes con gran majestuosidad llevan al espectador de un diálogo a otro cargado de razones, de hechos cotidianos y contundentes, y hacia las grandes incógnitas de la vida. Una vez más eso es Titzina.
Búsqueda interior
La historia que relata Distancia siete minutos parte de la correlación de dos hechos que coinciden en el tiempo. Uno es el envío y aterrizaje del robot espacial Curiosity, y el otro gira en torno a la experiencia que en esos momentos vive un joven juez, Félix, quien debido a una plaga de termitas que asola su vivienda, se ve obligado a instalarse de forma temporal en casa de su padre, y esto da lugar a un renacer de emociones, sensaciones y desencuentros que sólo buscan su razón de ser, y su por qué.
Con la felicidad, el sentido de la justicia, de la incomunicación, también de la necesidad del diálogo, y hasta con el tabú del suicidio sobre la escena, Pako Merino y Diego Lorca logran crear una especial comunión con el público presente, y que en el caso del Festival de Teatro de El Ejido en la noche del pasado jueves desde el Teatro Municipal, no pudo más que dejarse llevar por el devenir de una historia de la que cada uno puede extraer su propia lección de vida.
Distancia siete minutos ya ha pasado por más de 250 teatros y más de 30.000 espectadores en España y Latinoamérica se han dejado seducir por su fuerza y su dinamismo. Y qué decir de su acción reflexiva. Porque eso es el puro teatro, como la vida misma. Y en eso Titzina vuelve a superarse.
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