Cuando las apariencias engañan

Porque la historia arranca cuando Antonia, una mujer de mediana edad que interpreta una brillante Ángeles Martín, pide un taxi para llegar a Finisterre y poder esparcir así las cenizas de su marido quien acaba de fallecer. La taxista no es otra que Blanca Portillo, Paz, una mujer aparentemente joven y trabajadora, que dedica cada día de su vida a trabajar en un taxi para poder mantener a su marido y a sus dos hijos. Pero ninguna es lo que parece, y como tal intentan por todos los medios que sus verdaderas vidas, situaciones y acontecimientos sigan en secreto. Algo que dicho sea ya de paso, no pueden mantener así por mucho tiempo.

Por delante un largo viaje y mucho que descubrir para una taxista que comienza a sospechar de la identidad de su verdadera acompañante tras escuchar una noticia en la radio sobre una fugitiva catalana acusada de haber matado presuntamente a su hermana y a su marido. Todo coincide. Por eso, Paz intenta sonsacar a Antonia, al principio sin éxito, cuál es su nombre, su apellido, las circunstancias en las que falleció su marido y otros detalles que no le cuadran.

Sin embargo, por mucho que Antonia intenta que su verdadera situación no salga a la luz, lo cierto es que Paz no tarda en descubrirla, cuando aprovechando una parada en una estación de servicio se hace con el móvil de su clienta, y descubre que ella es la presunta asesina. Así, Antonia no tiene más remedio que confesar a Paz todos los detalles sobre lo que le llevó a cometer ese doble crimen.

Una vez descubierto el primer 'pastel' las protagonistas continúan su camino hacia Finisterre o Fisterra, pero en otra de esas paradas quien sorprende al público con otros secretos ocultos es en este caso la taxista, Paz. Y es que al final, resulta que estas dos mujeres no son tan distintas, ella también ha cometido un doble asesinato, el de su madre y su marido, también por otra infidelidad, así que sus vidas tienen más en común de lo que en principio pensaban. Sin llegar a desvelar el desenlace, esta comedia en ocasiones delirante, pero en otras de grandes dosis de realidad, va in crescendo ganándose poco a poco cada risa del espectador, de modo que el final solo puede ser apoteósicamente y quizás, extrañamente también, divertido.

Ataques de risa

Tal es la implicación de las protagonistas de 'Fisterra' que el buen rollo y la risa llega a ser tan contagiosa entre ellas que por momentos a Blanca Portillo le resultó 'casi imposible' continuar con su papel en una de las partes más divertidas. Un pequeño ataque de risa que contagió rápidamente a su compañera, Ángeles Martín, y al resto del público asistente, que por otro lado se sintió aún más cómplice de la obra y recibió con cariño este momento no previsto.

Sin duda otro de los momentos más emotivos se vivió precisamente al concluir la obra ya que ambas actrices sostuvieron un lazo gigante de color morado contra la violencia machista que hizo que todo el Auditorio de El Ejido se pusiera en pie con una gran ovación que duró varios minutos.

La concejala de Servicios Sociales y Mujer ejidense, Julia Ibáñez, subió también al escenario para entregar a cada una de las actrices un ramo de flores en señal de agradecimiento por su implicación frente a la que calificó como «lacra social de la violencia machista». De igual forma, la edil ejidense explicó que con esta representación arranca asimismo la campaña municipal contra la violencia de género que se va a poner en marcha desde el Centro de la Mujer del Ayuntamiento de El Ejido (CMIM) con una serie de acciones que van dirigidas al conjunto de la ciudadanía, y que ayer abanderaron e hicieron suya las dos grandes actrices españolas.