Inmaculada Acién
El Ejido
Lunes, 13 de abril 2020, 19:15
El cierre de bares y restaurantes motivado por el estado de alarma por el Covid-19 llevó a algunos establecimientos a buscar alternativa para poder seguir manteniendo sus puertas abiertas e intentar minimizar las pérdidas económicas.
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La comida para llevar fue sin lugar a dudas el salvavidas al que agarrarse para algunos, pero tras una primera semana donde los teléfonos sonaban poco o incluso nada, muchos de los que habían tomado esa determinación tuvieron que finalmente echar el cierre.
Este es el caso de Pizzería Italianini o incluso de Restaurante La Carbonara, ambos de Almerimar, desde el que apuntan que pese a intentar implantar el servicio a domicilio en la primera semana no recibieron ni una llamada, lo que los obligó a tomar la decisión de cerrar hasta nuevo aviso, para no seguir incrementando los costes.
Por su parte, Bar El Jaleíllo decidió aguantar un poco más. «La primera semana el número de pedidos fue muy bajo por la desconfianza de la gente, que al principio temía por el hecho de que el virus pudiera transmitirse por los alimentos», explica Fernando Jiménez, propietario de este establecimiento de tapas y raciones, ahora a domicilio, de Almerimar.
En esta línea, Fernando añade que «precisamente en la campaña de publicidad hicimos especial hincapié en las medidas sanitarias y de seguridad alimentaria que se cumplen y el segundo fin de semana del estado de alarma notamos un pequeño incremento con más de una veintena de pedidos entre viernes y domingo, lo que para empezar no está mal».
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Sin embargo, en su caso, un nuevo revés le obligó a cerrar y espera poder volver a abrir las puertas de su negocio este próximo fin de semana.
«Teníamos el epígrafe de comida para llevar en nuestro CNAE, pero no lo teníamos comunicado en la licencia municipal, así que tuvimos que cerrar y esperar a tener la autorización del Ayuntamiento, que esperamos que nos llegue esta semana, ya que con la Semana Santa no pudimos gestionarla».
En este sentido, Fernando señala que con el estado de alarma vio claro que «había que reinventarse porque esto va a durar bastante tiempo y aunque se recupere la apertura, que no creo que sea antes de finales de mayo o principios de junio, a la gente le va a costar volver al bar por el miedo».
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Pero no solo los reconvertidos han tenido dificultades para mantener la actividad en esta crisis sanitaria, sino que otros ya consolidados también se han visto golpeados y han tenido que cerrar temporalmente sus puertas como es el caso de Pizzería Paladium de El Ejido, que durante los fines de semana contaba con cinco motos de reparto y dos entre semana.
«Aguanté la primera semana desde que dictaron el estado de alarma, pero el domingo siguiente ya decidí hacer un ERTE y esperar a que esto pase lo antes posible», señala Agustín Navarro, propietario del establecimiento, quien afirma que «mantener siete seguros sociales, sueldos y gastos era materialmente imposible con el descenso de trabajo que tuvimos».
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En su caso, esa primera semana ya tuvo una disminución de ventas del 60%, lo que le hacía imposible mantener una plantilla de cuatro motos, tres cocineras y un camarero. Entre los motivos que considera Agustín que llevaron a ese descenso de ventas «primero que la gente tenía miedo, segundo que las neveras se llenaron completamente y, tercero, que hay mucha gente parada y en una casa se necesita mucho dinero para comer todo el mes».
Pese a ello, su objetivo es volver al servicio a domicilio poco a poco.
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