El reto de aprender pese a la covid-19

Una reducción que, sin embargo, en su mayoría, no se debe a una bajada de la demanda por parte de los estudiantes, sino que al tratarse de una educación que no es obligatoria, se optó desde Educación por reducir el número de plazas ofertadas para poder garantizar en las aulas la suficiente distancia de seguridad y que se cumpla así con todas las medidas de prevención frente a la covid-19. Así fueron centenares los que este año se quedaron en listas de espera.

Y es que estos espacios, además de la gran labor de formación que realizan se convierten para muchas personas en espacio de socialización. Un aspecto que en plena época covid, se convierte en casi una medicina.

Uno de los cursos que ofrecen los CEPER, entre ellos el de El Ejido, ubicado en la calle Zorrilla, en el núcleo de El Ejido es el de Hábitos de Vida Saludables, dirigido a personas mayores.

Una de las alumnas de este curso es Antonio Lázaro, de 77 años, que además pertenece al Consejo Escolar del centro.

«Yo no me pierdo la escuela por nada del mundo. Es una forma de relacionarnos, hablar y es como una segunda familia. Temo que pasen los años, aunque mientras tenga salud y el cuerpo aguante voy a venir», afirma muy sonriente.

Antonia Lázaro vive sola y ahora con la covid-19 la sensación de soledad se agrava, con el hecho de no poder compartir prácticamente nada con la familia. Por eso, para ella, sus compañeros y su profesor en la Escuela de Adultos se han convertido en su segunda familia. «Antes celebrábamos los cumpleaños de todas, lo pasamos bien pero antes incluso mejor. A ver si pasa la pandemia y volvemos a reanudar lo que estábamos haciendo antes», apunta con anhelo.

Lázaro reconoce que si bien durante el último año no tuvo miedo, esta tercera ola sí ha hecho que se quede dos semanas en casa, pero el aburrimiento le ha hecho volver. «Le tengo respeto a la pandemia, uso la mascarilla, pero aquí tenemos muy buena limpieza, mantenemos la distancia de seguridad, y lo más importante es que desde que estamos aquí, no ha habido ni un solo contagio. Eso te da tranquilidad».

Lo cierto es que la Escuela de Adultos para muchos se ha convertido en una válvula de escape a esa soledad en el hogar. «Yo vivo sola y si no salgo de casa se me va a olvidar hasta hablar. Muchas veces quiero decir una palabra y me tengo que parar a pensar cómo se decía. Además nos reímos mucho aquí y nos lo pasamos muy bien», señala Lázaro, quien añade que además las dos horas que pasan en el centro cuatro días a la semana, de 9 a 11 horas, se convierte en algo terapéutico. «Estás en casa y dices me duele el brazo, la pierna, el pecho, sales y te vienes aquí y se te olvidan los dolores», afirma riéndose.

Una sensación que comparten todas sus compañeras, ya que curiosamente son más mujeres que hombres las que acuden a clase.

Antonia Sánchez, tiene 72 años y se ha quedado viuda recientemente. Es por ello que reconoce que ahora necesita más que nunca estos ratos que pasa en la escuela porque para ella se convierten en un empujón muy grande.«Llevo viniendo muchos años, he perdido la cuenta. Valoro mucho la amistad que he encontrado aquí, valoro lo que aprendo porque algo se queda, es importante que ejercitamos la mente, y me ha gustado siempre esta distracción».

No obstante, el CEPER Pablo Freire de El Ejido ofrece una oferta educativa más amplia. A estos cursos de Hábitos de Vida Saludables, se une el Plan TIC de aprendizaje informático, Plan de inglés básico, Plan de preparación de pruebas libres para mayores de 18 años para la obtención del título ESO, así como el Plan de Interculturalidad para el alumnado inmigrante, que trabaja desde la alfabetización en tres niveles con posibilidad de estar en él hasta un máximo de siete años. Unas clases que además no solo se llevan a cabo en este centro del núcleo de El Ejido, sino que se desarrollan en todos los núcleos urbanos del municipio. Una oferta educativa a la que dan respuesta 18 profesores.

Este año fueron 800 las personas que arrancaron el curso en el CEPER de El Ejido, con una lista de espera de unos 360 alumnos, si bien es cierto que la lista de espera otros años ha sido incluso más amplia.

Esta lista de espera se relaciona principalmente con el español para inmigrantes y afecta especialmente a las franjas horarias de tarde, debido a motivos laborales, y concretamente entre las 18.30 y las 22 horas.

Durante el primer trimestre fueron más de 200 las plazas que poco a poco se fueron liberando debido a temas laborales o de residencia. Plazas que han podido aprovechar personas que estaban en esa lista de espera. Y es que como reconoce la directora del CEPERPablo Freire, Mari Carmen Sánchez «la escuela de adultos tiene mucho absentismo». Es por ello que también una de las medidas que se adoptan durante el período de matriculación, que tiene lugar en el mes de junio, es que los interesados en obtener plaza deben acudir en persona a matricularse, para que se demuestre su interés y el que se encuentran disponibles para acudir a clase.

Los cursos de español para inmigrantes cuentan con alumnos de numerosos países de procedencia como Marruecos, Senegal, Malí, Gambia, Nigeria, Guinea Bisau, Guinea Ecuatorial, Gana, Argelia y de manera más testimonial Rusia, Rumanía o incluso Colombia. Por sexos, las mujeres acuden principalmente en horario matinal, mientras que en horario de tarde son principalmente hombres.