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Dorita Gómez sentada en el centro, rodead de todas las mujeres que impulsaron la creación de la asociación Amas de Casa.
La presión del movimiento asociativo hizo de El Ejido un municipio con futuro
El Ejido: 40 años de la construcción de una ciudad

La presión del movimiento asociativo hizo de El Ejido un municipio con futuro

La Asociación de Amas de Casa de El Ejido fue el primer movimiento asociativo de mujeres en la provincia, e impulsora de la primera guardería en el municipio en el año 1982

Inmaculada Acién

El Ejido

Martes, 6 de septiembre 2022

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«Esto era una fruta madura que tenía que caer tarde o temprano, por el crecimiento que iba teniendo El Ejido», señala Dorita Gómez para explicar cómo era la situación que se vivía en el municipio de El Ejido en los años previos al cambio de capitalidad de Dalías a El Ejido y posteriormente de la segregación de Dalías y Celín, de El Ejido.

Ella llegó junto a su marido a El Ejido en el año 69, cuando calcula que habría unos 3.000 habitantes. «Tenía solo asfaltada la carretera general, el resto era de piedras y pencas, como la calle que llevaba a la iglesia», recuerda. Entonces El Ejido era un municipio por hacer, era el Campo de Dalías. No había farolas, el agua se recogía en la fuente, había necesidad de todo. Mientras Dalías ya era un pueblo pequeño, pero hecho, El Ejido dependía para todo de Dalías.

Esa necesidad de mejorar la que se ha convertido en su tierra, fue lo que la impulsó junto a un grupo de mujeres a crear la Asociación Amas de Casa de El Ejido. «Cuando creamos la asociación, empezamos a mirar lo que faltaba. Lo primero fueron columpios para los niños y bancos, en los laterales de la Iglesia», apunta Dorita Gómez, quien presidía la asociación, al tiempo que añade que «los columpios y toboganes que hay en la Plaza Cervantes, son los que puso la asociación de Amas de Casa, y los primeros bancos que hubo en El Ejido, los trajimos nosotras, las Amas de Casa, de una industria de Santander y los pusimos en la Plaza de la Iglesia para que los abuelos tuvieran donde sentarse y descansar».

Pero la asociación, era a quien recurrían los vecinos cuando necesitaban algo. «Cuando faltaban luces nos venían o a la papelería de Nieves o a mi farmacia para que tomáramos nota de dónde faltaban. Nosotros hablábamos con Solís para que colocara tanto las luces como las farolas y al cabo del año nos pasaba la factura. Sacábamos dinero de tómbolas, loterías, porque no había subvenciones de nadie y Dalías no nos daba dinero», afirma.

En este sentido, recuerda cuál fue la respuesta que recibieron cuando se propusieron crear la primera guardería de ElEjido, para ayudar a todas esas madres que tenían que ir al invernadero con sus hijos y dejarlos jugando dentro de una caja mientras trabajaban.

«Nos cedieron el terreno, pero nos dejaron claro que no nos iban a dar ni una peseta para la construcción. Entonces, señoras amas de casa fuimos valientes y nos pusimos manos a la obra. El Ejido colaboró de maravilla y todo el mundo puso lo que pudo. Y así fue cómo salió la guardería». Un proyecto que arrancó antes del cambio de capitalidad y que terminó con la apertura de puertas de la guardería en febrero de 1982.

«Nosotras solicitamos al Fondo Nacional de Protección al Trabajo ayuda y subvención para construir la guardería porque el solar teníamos cesión de uso por parte del Ayuntamiento de Dalías por 75 años. La construcción valía 19 millones, el Fondo Nacional de Protección al Trabajo nos dió 12, pero bajo certificaciones de obra, y la asociación se comprometió a pagar los cinco millones que faltaban, que nos vimos duras y maduras para conseguirlas, y al final fue África Jaén la que ayudó a completar ese dinero que faltaba».

Unión y lucha

Este es un ejemplo del amplio tejido asociativo que había en el municipio, pero también de la unión de un pueblo que luchaba unido por conseguir prosperar y crecer, dotándose de los servicios e infraestructuras necesarias.

De hecho, en 1982 ya se contabilizan hasta siete asociaciones de vecinos, una en cada núcleo de población y dos en El Ejido; cinco asociaciones juveniles; cuatro de Amas de Casa; cinco culturales; un grupo ecologista y un colectivo.

«El movimiento asociativo en El Ejido es el que ha llevado a que esto se convirtiera en ciudad. Los movimientos asociativos más importantes de la provincia estaban en El Ejido», afirma Dorita Gómez.

Un movimiento asociativo que, sin embargo, con el paso de los años se ha ido debilitando en el municipio.

La Asociación de Vecinos en El Ejido, la primera en pedir un Ayuntamiento

A los pocos años de nacer la Asociación de Mujeres Amas de Casa de El Ejido surgió la Asociación de Vecinos de El Ejido, con Moisés Gómez y Juan Manuel Cantón. «Era una época en la que los habitantes de El Ejido estábamos muy unidos, porque éramos conscientes de que nos faltaba de todo aquí», recuerda Dorita Gómez, quien añade que, «todos íbamos con el mismo objetivo y no teníamos nada, teníamos un motivo para luchar».

Ahora, quizás el crecimiento poblacional, la amplia variedad de lugares de procedencia de la población existente y un arraigo a la tierra que cada vez es menor, pueden ser motivos del descenso paulatino y continuado del tejido asociativo local.

En aquellos años, la petición de Ayuntamiento, partió incluso del movimiento asociativo ejidense. Y es que lo primero que se solicitó no fue el cambio de capitalidad. Desde la Asociación de Vecinos de El Ejido se solicitó la segregación de Dalías y un Ayuntamiento nuevo para El Ejido, «con lo que se hubiera evitado todo el follón que hubo». Hasta por tres veces o más se solicitó al Gobierno Civil, comenta Dorita Gómez, pero la respuesta siempre era negativa. «No queríamos el Ayuntamiento de nadie, sino iniciar el nuestro propio, empezar de cero». También era lo que querían los vecinos de Dalías, que hubiera segregación y quedarse con su Ayuntamiento.

Sin embargo, ante las negativas, el proceso más rápido y factible era el cambio de capitalidad, hecho por el que finalmente se terminó decantando el primer alcalde de Dalías, Luis Martín, tras ser elegido en las urnas con una medida que llevaba en el programa electoral.

El cambio de capitalidad en 1981 y la segregación de Dalías-Celín el 11 de septiembre de 1982 supuso un gran cambio para El Ejido.

«Con el Ayuntamiento, el municipio cambió mucho. Ya tenía otra madurez. La gente de El Ejido es la que manejaba ya los problemas que había, antes estábamos mendigando. Toda la corporación era de El Ejido y sabía lo que faltaba y les dolía porque eran de aquí».

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