Pierde los dedos de la mano y aprende a usar la otra en solo dos meses para volver a sentirse peluquero

Francisco Manuel Fernández de La Calle se ha convertido a sus 20 años en todo un ejemplo de superación y de cómo afrontar las zancadillas que en ocasiones te pone la vida a base de tesón, fuerza y coraje.

Y es que este joven balermero consiguió en tan solo dos meses y medio volver a ejercer de peluquero, después de perder su mano dominante, la izquierda en un grave accidente. Su pasión por la peluquería y sus ganas de volver a cortar el pelo le llevaron en un tiempo récord a aprender a usar su mano derecha.

Desde muy jovencito la peluquería había sido la pasión de Francis Fernández de La Calle y tenía muy claro que esa iba a ser su profesión.

Dejó Bachillerato para apuntarse en la Academia Marisa Figueredo y hacer realidad su sueño. Cinco meses después ganaba su primera Batalla de Barberos nacional, enfrentándose a una veintena de profesionales de toda España con años de experiencia. Antes de cumplir los 18, solo siete meses después de cruzar por primera vez la puerta de la academia, ya era autónomo y trabajaba en el garaje de su casa.

El pasado mes de septiembre iba a abrir por fin su propio establecimiento a la entrada de Balerma. Sin embargo, en la madrugada del 19 de julio tuvo que aplazar de forma fortuita ese proyecto, aunque gracias a su inmensa fuerza de voluntad, tan solo fueron unos meses.

«Estaba con unos amigos y mi novia en la casa que mis padres tienen en Bayárcal y se me ocurrió coger un petardo por hacer algo, pero el petardo tenía cinco años. Mi colega tenía un mechero y como el petardo tenía la mecha larga, mi colega decidió encenderlo mientras decidíamos dónde tirarlo. Fue encenderlo y explotarme en la mano», explica este joven.

El petardo se llevó por delante todos los dedos de su mano izquierda y Francis Fernández fue consciente de ello desde el principio, ya que en todo momento se mantuvo consciente.

La primera operación de urgencia llegaría en el Hospital de Poniente, donde estuvo ingresado dos semanas, antes de ser derivado a Granada, donde estuvo otros dos meses ingresado. Para regenerar la piel de su mano, se sometió a una operación donde le cosieron la mano a la zona de la ingle, para evitar tener que hacer trasplantes de piel.

«En todo momento tuve claro que tenía que aprender a usar la mano derecha para poder seguir siendo peluquero», afirma.

Es por ello que la primera semana ya pidió a sus padres que le compraran cuadernillos Rubio, que le llevaran un punzón y la tijera. «No me quería dedicar a otra cosa que no fuera pelar y un mes y medio después de la operación le corté el pelo a mi padre en el baño del Hospital», recuerda este joven. Aquel día volvió a sonreír.

Así y con toda la razón, su madre, María Pardo, le llama su héroe. «Estoy muy orgullosa como madre, por su manera de ser, su humildad y la constancia que tiene, porque ama tanto su profesión que él no concebía seguir viviendo sin ser peluquero, lo tenía muy claro. Tiene un don y lo tiene en su cabeza».

Guantes de diseño

Durante esas semanas en el hospital madre e hijo idearon y diseñaron un guante que pudiera ayudarle en su trabajo como barbero y al que dio forma la modista Rosario Pérez. «Le hizo el patrón a su medida y a raíz de ahí tiene toda una colección de todos los colores», comenta María Pardo. Un guante que le sirve para poner el peine, si bien también tiene un tipo brazalete para colocar el secador.

Esa pasión le condujo a en tan solo dos meses y medio cortar el pelo con la derecha como antes lo hacía con la izquierda. «Al principio tardaba un poco más, pero ya tengo el mismo ritmo que antes», señala Francis de La Calle, quien confiesa que hay clientes que ni se dieron cuenta cuando volvieron a pelarse de que ahora usaba la derecha.

Ser barbero es el motor de su vida y lo que ha hecho que en ningún momento se venga abajo en todo este proceso de recuperación, pese a haber vivido días muy duros.

Es precisamente ese su mensaje para quien pueda estar pasando algo parecido a lo que él vivió. «Yo le diría a quien pueda estar en una situación similar a la mía, que peleen por hacer lo que les gusta, porque así es como van a ser felices en la vida».