Cayetana Guillén Cuervo, actriz
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Cayetana Guillén Cuervo, actriz
Inmaculada Acién
El Ejido
Viernes, 17 de mayo 2024, 23:04
Cayetana Guillén Cuervo participará por primera vez en el Festival de Teatro de El Ejido esta tarde noche con su espectáculo 'Pandataria'. Desde las 20.30 horas se subirá al escenario del Auditorio de El Ejido con una obra que promete sacudir al espectador y para la que aún quedan entradas disponibles.
–Pandataria, nombre de la obra, es un sitio real. Una isla donde las mujeres adúlteras, independientes, inteligentes, las intelectuales y las políticas eran desterradas. ¿Pero en este caso qué es o qué representa Pandataria?
–Pandataria representa ese lugar en el que en algún momento hemos sido rechazados, en el que en algún momento nos han tratado mal, en el que se nos ha hecho alguna herida, el lugar de los diferentes, exiliados, humillados, cuestionados por algún motivo.Un lugar al que nadie debería ir nunca, que te apaga la luz, te quita la energía. En el que te escondes cuando te hacen daño o al que te mandan por algún motivo emocional o intelectualmente hablando.
–Una historia, por tanto, del pasado, traída al presente y que tiene total vigencia.
–Pandataria es una isla del Mar Tirreno, al sur de Italia, a la que exiliaban a las mujeres «adúlteras» y lo pongo entre comillas porque se hacía mediante una ley que se sacaron de la manga para las mujeres que les hacían sombra a los césares en algún momento. Es una metáfora de muchas cosas y una realidad porque hay muchos lugares que son Pandataria en el mundo y muchos que siguen siéndolo. Recordarlo nunca está de más, porque el ser humano que escucha la palabra en las artes escénicas en un escenario y ve que ponen en orden sus emociones, se siente menos solo.
–¿Considera, por tanto, que siguen existiendo pandatarias?
–Claro, pandataria es el bulling, es la violencia de género, las agresiones, el maltrato emocional, intelectual y físico. Es la técnica del hielo, es la humillación. Pandataria no tiene género y a la vez los tiene todos, porque son todos los seres humanos que se pueden sentir así alguna vez en la vida.
–¿La obra se centra solo en la figura de la mujer, a la que usted representa, o es un concepto general?
–Históricamente es verdad que habla de esa Pandataria a la que exiliaban a las mujeres, pero realmente también es donde Mussolini exilió a los disidentes políticos, hombres a los que acompañaron sus mujeres. No es, por tanto, la figura de la mujer. La figura de la mujer es la protagonista en esta función, a la cual encarno yo y transito por distintos lugares de la historia, pero es un concepto general.
–¿Es importante que el teatro siga manteniendo esa línea de convertirse en altavoz de crítica y denuncia?
–El teatro y las artes escénicas en general invitan a reflexionar, está bien que generen espíritu crítico, que nos ayuden a pensar y cambiar el punto de vista si es necesario, matizarlo o llenarlo de colores. Las artes escénicas no tienen la obligación, pero a lo largo de los siglos ha tenido en su ADN el hacer reflexionar y generar espíritu crítico en los seres humanos y en los espectadores, porque se trata de entrar en un juego en el que alguien te cuenta una historia de la cual tú sacas una conclusión, te pones en el lugar del otro o aprendes a ver la diferencia del otro, e incluso a abrazarla y escuchar sus razones.
–Danza, teatro y rap. ¿Cómo combina todo esto?
–Es una mezcla de disciplinas artísticas que con la mano mágica y el talento abrumador de Chevi Muraday ha sido posible. Cuando Chevi y yo nos sentamos y me preguntó qué quería contar, yo le dije que quería hablar de diversidad, hacer una especie de cruzada del amor, que es lo único que nos salva, recordar al otro que nos tenemos los unos a los otros, pero también que lo único que tenemos es al otro ser humano para darle la mano, escucharle, mirarle y entenderle. Quiero hablar de consenso, de la mayoría, de la diferencia y de la diversidad. Y decidimos hacer una función con un reparto inclusivo, no solo teorizar sino hablar también de ello en la práctica. Pensamos que el rap, danza contemporánea Losdedae, el texto es lo que yo represento, aunque también baile. Pensamos que el rap, que es la poesía de los barrios, con la que los chavales consiguen cambiar su entorno y cambiar el mundo, era muy importante que estuviera, por lo que tiene de exilio el extra radio, y cómo ellos, a través de sus canciones, normalmente sin discográficas, produciéndose por sí mismos los temas y saltando todo tipo de barreas y estigmas, consiguen alzar la voz.
–¿Qué tiene más fuerza: la palabra o el movimiento gestual y corporal?
–Todo tiene fuerza porque son lenguajes posibles, factibles y llenos de carga emocional, física e intelectual y todo es maravilloso. Lo increíble de Pandataria es que al unirse todo, tiene más fuerza y encaja como un rompecabezas brutal. Es una especie de coreografía general que podría ser un espejo de lo que es la realidad en sí. Pandataria es un espectáculo diverso y podría ser un espejo de lo que es el mundo.
–¿Ha conllevado mucho trabajo a nivel de danza?
–Sí ha conllevado mucho trabajo. Todo se consigue a través del trabajo, no hay nada que salga bien que no tenga antes constancia, esfuerzo, perseverancia, riesgo, rigor, renuncia y muchas horas de ensayo. No es mi disciplina aunque esté preparada y haya preparado la voz y el cuerpo, pero creo que he conseguido estar a la altura que Chevi quería. Hemos trabajado muchos meses y muchos horas, y creo que se ve en el resultado.
–La escenografía también tiene una simbología especial...
–La escenografía permite que el escenario pase de ser una isla a ser muchas cosas. La escenografía es una línea editorial también de lo que queremos contar.
–¿Qué va a encontrarse el espectador o qué tiene que ir dispuesto a encontrarse?
–El espectador tiene que ir dispuesto a disfrutar de un espectáculo completo que le va a sacudir, con una iluminación y una música brutales, una escenografía fantástica y un elenco que transita por distintas disciplinas artísticas en una especie de coreografía general que dura una hora y veinte, en la cual se cuentan cosas muy duras pero muy hermosas. Tiene que ir a dejarse llevar.
–Más allá de la reflexión que provoca en el público esta obra, personalmente, ¿qué le ha aportado Pandataria?
–La reflexión es precisamente que sin amor no somos nada y que realmente es la herramienta más valiosa, transformadora y potente que el ser humano puede tener y que hay que ponerla en marcha intentando ofrecer la mejor versión de nosotros mismos desde que salimos de casa hasta que volvemos. Es un grito al amor, a la libertad y a la diversidad, y nos dice que todos somos pandataria.
–¿Qué reflexiones, críticas o comentarios les han sorprendido más en estos meses?
–Todo lo que hemos tenido han sido críticas buenas, creo que solo una ha sido regular e imagínate la pluralidad de lugares donde hemos llegado con la función. No es una función con una carga ideológica, sino intelectual y moral, que habla de la dignidad, el amor y el respeto a los demás y eso no se lo puede apropiar nadie. Ha sido un bombazo a todos los niveles, como una especie de movimiento pandatario, nos queda mucha gira y está siendo muy placentera.
–¿Había participado anteriormente en el Festival de Teatro de El Ejido? ¿Qué conocía de él?
–No, no había participado antes. Estoy encantada de ir y me parece una maravilla que los representantes de las instituciones utilicen la cultura para llevarla hasta allí, para su gente, y utilicen el dinero público en eso. Estaremos a la altura sin ninguna duda.
–¿Qué le diría a su público?
–Al público de El Ejido le diría que amo su tierra. Todos los años bajo por allí al Festival de Cine de Almería, suelo presentar la clausura y tengo un cordón umbilical muy grande con ellos. Y les diría que tienen una tierra maravillosa, que ellos también lo son y que cuando un espectáculo vaya a visitarles, no lo dejen escapar, que se metan dentro, naden por sus aguas, por sus palabras y su música, que seguro que salen mejor de lo que han entrado.
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