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Elizabeth De la Cruz
Viernes, 14 de octubre 2016, 05:08
Cuando en la mañana de ayer sonó el teléfono en casa de Juan Francisco Rodríguez, padre de una de las dos niñas de 3 años expulsadas del CEIP Almerimar en El Ejido, a las dos semanas de arrancar el curso y por presuntos casos de fraude en sus respectivos domicilios de residencia habitual a la hora de matricular a sus hijas, sencillamente casi no dio crédito. «Me llamaron para pedirme disculpas por el error, y para decirme que a partir de mañana mismo -por hoy- podía llevar a mi hija de nuevo al colegio», explicó a IDEAL este padre residente en Almerimar.
De este modo, y como si la casualidad hubiese querido hacer coincidir tan esperada y grata noticia con la celebración del cuarto cumpleaños de esta pequeña que a partir de hoy ya podrá volver a clase, sus padres no dudan en dar las gracias a los medios de comunicación por haberse hecho eco de la que consideraban a todas luces «una injusticia». Y es que lejos de quedarse de brazos cruzados, tanto estos padres como los de la otra menor afectada y que a día de hoy continúa expulsada y sin respuesta, interpusieron sus respectivos recursos ante Educación, y en los últimos días elevaron varias cartas y quejas a otros organismos, como el Defensor del Menor, y el Defensor del Pueblo.
En la misma línea, Juan Francisco Rodríguez no puede evitar ahora centrar su esfuerzo y apoyo en que la otra pequeña expulsada del centro también pueda volver al aula. «Esperamos que su situación también pueda resolverse en breve y que su hija pueda ser readmitida», expresó.
Desolados
Sin embargo, la otra cara de la moneda es la que representa precisamente José Antonio Alonso, el otro padre cuya pequeña aún no podrá volver al CEIP Almerimar. «Estoy desolado. Seguimos sin respuesta. Tras matricular a nuestra hija y ser aceptada incluso sin sorteo previo, porque nos adjudicaron la plaza directamente, en agosto recibimos una carta certificada de la Delegación en la que nos requerían más documentación», recordó a este diario el padre de la pequeña. Como añadió, «nosotros estábamos de vacaciones y esa carta la recogió el conserje de nuestra urbanización, pero no nos la dieron hasta el 22 de septiembre, y para entonces ya era demasiado tarde porque ya había pasado el plazo para presentar lo que nos pedían».
Tal y como aún continúa sin poder explicarse, «no entiendo cómo pudo recoger el conserje esa carta certificada, y todo este malentendido ha hecho que, por ejemplo, mi mujer haya tenido que renunciar a un trabajo porque ha de quedarse con nuestra hija en casa». Una situación que aún le enfada más cuando aclara que viven «al lado del colegio, a apenas 400 metros, por eso nuestra hija fue aceptada sin entrar en sorteo». Según concluyó, «no entiendo cómo la única solución que me ofrece Educación es llevarla a Matagorda, a 7 kilómetros de nuestro domicilio, y dicen que nos pagan el transporte cuando si fuese a este colegio, cerca de casa, no les supondría ningún tipo de coste».
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