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Elizabeth de la Cruz
Jueves, 21 de abril 2016, 12:33
Almunya, era el nombre con el que los árabes denominaban a una villa o casa de campo en las proximidades de una ciudad. Incluso se trataba en numerosas ocasiones de una explotación agrícola que a veces también desempeñaba funciones defensivas. En ella, confluyen diferentes espacios entrelazados por una red de senderos que envuelven siempre a quienes los recorren, y evoca tranquilidad y equilibrio con el medio ambiente y la naturaleza. Bajo esa premisa nació hace diez años, 'La Almunya del Sur'.
Lo curioso es que este jardín botánico de 2.500 metros en el que conviven centenares de plantas de todo tipo, concretamente «más de mil taxones distintos», según concreta uno de sus fundadores, Manuel Sánchez, se presenta al visitante casi como un paraíso entre un mar de invernaderos y de plásticos en El Ejido. De hecho, se ubica a un lado de la carretera que discurre entre Tarambana y Balerma, como parte de una vivienda tradicional de estilo rústico con al menos cien años de historia.
Y el primer artífice de dar vida a este encuentro con la naturaleza en pleno Poniente almeriense fue el ejidense, Carlos Collado. «Carlos empezó hace diez años a hacer los trazados de caminos para dibujar un jardín andalusí, donde hay fuentes con acequias. Él inició este proyecto porque es un apasionado de la botánica y del diseño del jardín romántico, y yo me uní hace cinco años», explica a IDEAL Manuel Sánchez, cofundador y diseñador de 'La Almunya del Sur'.
En su caso, trabaja como técnico agrícola y estudia además Ciencias Ambientales, y entre sus principales objetivos está la difusión de la importancia de alcanzar el equilibrio entre los invernaderos y la naturaleza. «Necesitamos encontrar un equilibrio entre los espacios naturales y los invernaderos, y nos conviene también para el refugio de especies depredadoras de las plagas». Como añade, este proyecto que apenas abre sus puertas en contadas ocasiones al público desde hace varios años, a través de visitas concertadas por familiares, amigos o vía Internet, pretenden «fomentar y divulgar el mundo botánico, estudiar la asociación entre las diferentes plantas y ver cómo se comportan para facilitar la no utilización de productos químicos, y conseguir un jardín en equilibrio», detalla. Tal es así, que sus fundadores están a punto de crear la Asociación Amigos de la Almunya del Sur con el fin de poner en valor y dar a conocer este enclave.
Naturaleza en su esplendor
En cuanto a los protagonistas de este particular paraíso, se encuentran árboles frutales como naranjos, limoneros, nísperos, ciruelos, melocotoneros o membrilleros, hasta plantas aromáticas o exóticas como palmáceas, bambúes, caña de azúcar, cactáceas y suculentas. Y cómo no las hortalizas y las especies más variopintas procedentes de los cinco continentes, incluso se delimita en el jardín un espacio oriental, y de otro lado, la presencia de Madagascar es casi constante. El agua es otro elemento indispensable, y se encuentra presente durante todo el recorrido circular a través de estanques, albercas, acequias, fuentes y hasta un aljibe típico ejidense. Como no podía ser de otra manera, la fauna tampoco olvida a este jardín.
Decenas de especies de aves encuentran en este punto su pequeño oasis, y tortugas de lo más variopintas ya tienen aquí su hogar. Un paraíso entre el mar de plástico ejidense.
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