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África Mateo
Jueves, 21 de abril 2016, 12:07
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El panorama parece cambiar cuando el agua de los pozos empieza a mostrar más salinidad de la cuenta, que es lo que está sucediendo en el arranque de esta campaña. Hace cuestión de cuatro o cinco años ni querían oír hablar del agua desalada y ahora esperan como agua de mayo, nunca mejor dicho, que se terminen las obras de la planta de Balerma, que pondrá en el mercado 15 hectómetros cúbicos de agua desalada al año. No es casualidad, pero es la misma cantidad de agua que Almería ciudad retira cada año de los Pozos de Bernal, a pesar de contar con una desaladora (en el Bobar) que podría estar funcionando a pleno rendimiento hace años). No obstante, la desaladora supondrá un incremento en el coste del agua para riego, algo que los agricultores deberían estar dispuestos a asumir, no sin preguntarse por qué van a pagar ellos el agua más cara mientras que Almería sigue extrayendo del mismo acuífero sobreexplotado que ellos intentarán recuperar mezclando las extracciones con agua desalada. Situación extrema La Junta Central de Usuarios, que lleva años proyectando este posible escenario, trabaja con una idea clara: «Nuestro objetivo es solucionar el problema con agua desalada, que es lo que nos va a garantizar el futuro, porque el acuífero está en una situación extrema», según explica Manuel García Quero, su presidente. Y es que el acuífero inferior no resiste el nivel de extracciones, por lo que hay que adoptar medidas para recuperarlo. En la actualidad, se extraen al año 120 hectómetros cúbicos de este acuífero. De ellos, Almería ciudad se lleva 15; entre 15 y 18 van a parar a los ayuntamientos del Poniente, entre los que se encuentra el de El Ejido y el resto va a riego. Según los estudios realizados por la Junta Central de Usuarios, hay que dejar de extraer 50 hectómetros cúbicos al año para que el acuífero empiece a recobrar sus niveles. Para lograrlo, se está terminando de perfilar un plan por el que Almería ciudad dejaría de extraer y empezaría a usar agua de su desaladora, al tiempo que los regantes y ayuntamientos del Poniente empezarían a mezclar el agua del acuífero, la de Benínar y la del superior con agua de la desaladora de Balerma. La idea es poner en marcha esta medida a finales del próximo año, cuando podrá entrar en servicio la planta de Balerma. Y, para evitar problemas entre los distintos usuarios que conforman la Junta Central, la idea es poner un precio unitario al metro cúbico de agua, independientemente de dónde se obtenga, para todo el agua de riego. Precio Desde la Junta Central reconocen que el agua, que los agricultores pagan ahora entre 20 y 28 céntimos el metro cúbico, se encarecerá probablemente en un tercio, a la espera de contar con números reales cuando se cierre la financiación europea y las amortizaciones de las infraestructuras que se están desarrollando. Pero en realidad, el agua no es uno de los costes más altos que soportan las explotaciones agrícolas, según explican también. Y es que el 70% del coste del agua se lo lleva la energía eléctrica necesaria para extraerla y conducirla. Así las cosas, una hectárea de invernadero gasta de media, al año, 6.000 metros cúbicos de agua. Esto supone unos 1.500 euros de media al año. Por mucho que llegara a duplicarse el precio (como ha pasado con los regantes de Níjar), la factura no superaría los 3.000 euros. Lo que a juicio de la Junta Central no es un coste descabellado que el agricultor no pueda asumir, habida cuenta de la seguridad que le va a dar contar con agua desalada. En cuanto al agua urbana, tampoco deben asustarse los usuarios con el incremento del precio al introducir el agua desalada, ya que la parte más importante del montante de la factura no es el consumo en sí, sino el abastecimiento, suministro y mantenimiento. Además, es una medida irreversible, ya que todos los ayuntamientos delPoniente, incluido el de ElEjido, son miembros de la Junta Central y tienen firmado un compromiso para el uso del agua desalada. Según todos estos cálculos y, teniendo en cuenta la realidad del acuífero, no parece descabellado apostar por recuperar el acuífero.
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