Noches de historia y arte en el Castillo de Guardias Viejas

Nunca disfrutar de la historia fue tan ameno y divertido. Dos noches al mes durante este verano, el interior del Castillo de Guardias Viejas recobró la vida, para compartir su historia con varios grupos de visitantes, convertidos por el Capitán Guerrero, al mando de este castillo, en improvisados reclutas para cubrir las plazas vacantes.

Corre el año 1830, con Fernando VII reinando en España. El Castillo de Guardias Viejas, que viviera mejores épocas cuando su construcción, es habitado ahora por muy pocos soldados, hasta el punto de que vecinos de la zona tienen que ser instruidos en el arte de la defensa y compaginar ese trabajo con la labranza de los campos o la pesca, para poder sobrevivir en una zona asediada con frecuencia por los ataques de piratas berberiscos.

Durante el recorrido, que arranca a las puertas del Castillo, los nuevos reclutas reciben instrucción teórica sobre la función de este castillo, que forma parte de un 'Muro de piedra' a lo largo de la costa del Poniente, que también integraban la Torre de Balerma, la Torre de Alhamilla o la Torre de las Entinas. Pero también son instruidos en las distintas partes que lo componen y curiosidades sobre su construcción, como la ubicación del polvorín, que se ubica en zona delantera del Castillo en el lado opuesto al mar, para alejarlo del alcance de los cañones de los barcos.

Sin embargo, entre los reclutas se esconde un Mariscal de Campo de Ingenieros, el inspector Rodríguez de Berlanga, que rompe la rutina y la serenidad de las personas que habitan el Castillo, y cuya misión es comprobar en qué estado se encuentra el edificio, cómo se conserva, y conocer todos los pormenores tanto del personal que forma parte de él como de las labores que en su interior se desarrollan para evaluar su funcionamiento.

Entorno a la figura del inspector se lleva a cabo el recorrido a todo el Castillo y se descubren episodios de su pasado como el hecho de que el Castillo de Guardias Viejas tuvo que ser remodelado en 1817, después de que una parte se viniera abajo durante los bombardeos ingleses, en la Guerra de la Independencia española, para evitar su uso por parte de las tropas francesas. Precisamente fueron los ingleses los que en 1811 se llevaron los cañones que debían proteger la costa de los ataques piratas desde la terraza de artillería.

Por otra parte, esta particular visita nocturna al castillo también incluye recorrido por la pequeña capilla donde fueron recibidos por el capellán. Una estancia sobria, donde también se deja sentir la falta de recursos económicos.

Pero también se descubre cómo se actuaba en caso de posible ataque a la costa, de la mano de divertidos campesinos convertidos en soldados.

Una historia real

Durante todo el espectáculo, que se desarrolla con una gran interacción con el público, se producen además guiños a a la historia y el patrimonio del municipio ejidense, como la Torre de Balerma o los Baños de Guardias Viejas.

Una historia y unos curiosos personajes que en realidad existieron como recogen los documentos consultados para la elaboración de este espectáculo, con el que amenizar las noches estivales de El Ejido y ofrecer otra mirada diferente de los bellos enclaves históricos que posee el municipio.

En total han sido cuatro visitas teatralizas las desarrolladas a lo largo de los meses de julio y agosto, con todas las plazas cubiertas e incluso lista de espera, lo que demuestra el interés que despiertan este tipo de propuestas frescas, diferentes y divertidas, a la par que didácticas, de las que disfrutaron mayores y pequeños, que además tras las funciones no dudaron en fotografiarse con los actores.

• Temas
• cultura
• Teatros
• El Ejido
• Patrimonio Histórico de Almería