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Inmaculada Acién
El Ejido
Viernes, 22 de octubre 2021, 22:38
Quien conoce a María no tarda ni dos segundos en descubrir a una pequeña de cinco años luchadora. Una niña cariñosa, abierta, extrovertida, sonriente, llena de vida, a la que le encanta jugar, ir al parque, acudir cada día a la escuela con sus compañeros como a cualquier otro niño y a la que nada se le pone por imposible, le encanta probar nuevos retos. Retos a los que en su caso se enfrente diariamente y que está superando con gran energía y con unos resultados que a muchos les cuesta creer.
Junto a ella, unos padres entregados que no perdieron ni un minuto desde su nacimiento en buscar todas las alternativas y herramientas para conseguir el desarrollo físico y neurológico de su hija y que llevara una vida lo más normalizada posible. Algo que no es nada fácil, sin embargo, ni psicológicamente ni económicamente.
Todo comenzó cuando Paqui Rubí se ponía de parto. Esperaba mellizos y se adelantaron. Fueron prematuros y tuvieron que pasar a incubadora hasta coger el peso suficiente para poder marcharse a casa. Todo iba bien hasta que al sexto día María empezó a tener unas décimas de fiebre. Una punción lumbar desvelaba que había contraído una meningitis bacteriana. «Estuvo en tratamiento, que siempre son 21 días, pero en cuanto los dos cogieron peso, nos dieron el alta. Eso fue a los 14 días», explica Paqui Rubí, quien señala que no saben si fue porque no terminó el tratamiento antibiótico o por otro motivo, pero «lo que en el día del alta era una pequeñita sombra en el cerebro, a los 15 días era una pelota de ping-pong en una cabecita tan pequeña».
Operada con 35 días
Así, en cuanto fueron a los 15 días a una ecografía de control, fueron derivados de urgencia a Torrecárdenas donde ya esperaba a María el Neurocirujano para operarla. «María tenía 35 días y pesaba 2,8 kilos. Todo era una incógnita», recuerda su madre, quien añade que «al salir de la operación el médico nos dijo que había limpiado el máximo, pero la mitad del cerebro lo tiene muerto o infartado como ellos lo llaman, es como si no lo tuviese».
Una situación dura y complicada a la que hicieron frente rápidamente, ya que María comenzó muy pronto con las terapias. «A los seis meses empezó en el CAI y a los nueve meses, AntonioHuete, que fue quien la operó, nos comentó que veía oportuno que la viera otro profesional y que diera más terapia». Fue entonces cuando comenzó también con Interactúa, de la mano de Lidia Parra. Con nueve meses, María era incapaz de sentarse, se caía, pero empezó a andar a los dos años.
«Desde ahí fuimos subiendo terapias conforme iba creciendo y adaptándose. Da fisioterapia, psicología, terapia ocupacional y ahora también logopedia. De siete días de la semana, cuatro está en terapia y el resto la llevamos a todo lo que podemos, como baile, para que ella de coordinación y que vaya avanzando», señala Paqui Rubí, cuya vida es ya casi exclusivamente para su hija.
Y es que bailar y cantar es lo que más le gusta a María, por delante incluso de las muñecas. La cara se le ilumina y se dibuja una gran sonrisa en su carita.
Una situación dura. «Para nosotros esto está siendo duro psicológicamente y económicamente. Yo trabajo con ella y para ella, porque ahora mismo no estoy trabajando. Con las terapias y los médicos, no puedo, y además económicamente tenemos que hacer frente a casi todos los costes de manera particular», explica Paqui Rubí. Y es que como señala, la Seguridad Social costea una pequeña parte de la terapia recibe, «pero es que dentro de seis meses, a partir de los seis años, esa pequeña ayuda desaparece y el daño cerebral es de por vida».
María no puede dejar sus terapias porque supondría un estancamiento y un retroceso. «Debería haber más ayudas para todos los niños que tienen daño cerebral, autismo...», subraya.
Frente a ello, son Paqui Rubí y su marido, una familia de clase media de trabajadores, los que tienen que hacer frente al coste de unas terapias que les supone un coste de nos 1.000 euros mensuales. «No podemos hacer frente a esos gastos, pero ni yo ni nadie, a no ser que tengas mucho poder adquisitivo».
La ayuda de la Policía Local de ElEjido y la 'Unconquerabl3 Race' de hoy supondrá un balón de oxígeno para ellos por un tiempo.
Pasión por el deporte e ilusión por la solidaridad se unen hoy
El camino de María y de la Policía Nacional de El Ejido se unió este verano.
El comisario jefe de la Policía Nacional de El Ejido, Rafael Rodríguez, explica que fue durante el mes de agosto cuando surgió el proyecto de la 'Unconquerabl3 Race' «y con él unimos tres pasiones: la pasión por el Cuerpo Nacional de Policía, la pasión por el deporte y también la ilusión por la solidaridad de ayudar a las personas y cuando algo se hace con pasión y con ilusión siempre sale bien».
Así, en agosto surgió la idea de hacer una prueba deportiva OCR con carrera por Almerimar y fue en septiembre cuando decidieron buscar a qué familia ayudar con lo recaudado en la prueba. «La carrera es una excusa para movilizar al personal, para que tomen conciencia por la causa que vamos a luchar y recaudar dinero que le sea útil para su tratamiento», explica Rafael Rodríguez.
Fue ahí cuando el policía Germán Geyvan, muy implicado en el proyecto, se puso en contacto con la concejala de Servicios Sociales para pedir consejo y ayuda a la hora de elegir a la familia a la que dedicar la carrera. «De todas las familias que nos plantearon, la mayoría habían podido realizar algún evento para recaudar dinero y la de María era de las pocas que había que aún no había hecho ninguno».
Fue ahí donde conocieron a los padres de María y a esta pequeña. «Una niña que es un ángel», afirma el comisario jefe de la Policía Nacional de El Ejido, quien añade que incluso «el jugador Lazo del Almería se hace eco de nuestro evento y hemos recaudado más dinero por donaciones privadas de empresarios privados y público en general, que por los dorsales». Una ayuda que se puede seguir haciendo durante el día de hoy y también a través de la Fundación mrpolicia.com.
En cuanto a la carrera, arrancará a las 8.30 horas en el campo de rugby de Almerimar, donde también estará la meta final, y los 200 participantes recorrerán seis kilómetros de carrera durante los que tendrán que sortear también 19 obstáculos. Una prueba durante la que María y su familia les acompañarán para animarlos y agradecerles su apoyo. Apoyo que estos padres seguirán necesitando también.
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