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Els Joglars funden sarcasmo e ironía en una obra en la que critican la situación política de Cataluña

Els Joglars funden sarcasmo e ironía en una obra en la que critican la situación política de Cataluña

Los personajes hicieron recordar al público a figuras políticas catalanas como Rufián, Jordi Turull, Marta Rovira o Carme Forcadell

Inmaculada Acién

El Ejido

Martes, 26 de marzo 2019, 13:57

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El Teatro Auditorio de El Ejido acogió en la noche del domingo la primera de las grandes obras teatrales que los espectadores podrán disfrutar durante este 42 Festival de Teatro y lo hizo a lo grande.

La compañía Els Joglars subió al escenario Señor Ruiseñor, una obra donde brilla la fina ironía para explicar la situación política y social que existe en Cataluña en torno a la idea de la independencia de España, y que la compañía de teatro aprovecha para realizar su particular crítica tomando como punto de partida la cultura Y es que Señor Ruiseñor parte del momento en el que el Museo Ruiseñor, donde se proyecta y rinde homenaje a este pintor catalán, se quiere reconvertir en el nuevo Museo de la Identidad Catalana. Un espacio en el que conviven personajes que, sin duda, hacen recordar al espectador a figuras de la política catalana o al menos intuirlas tales como Jordi Pujol, Jordi Turull, Rufián, Carme Forcadell o Marta Rovira, entre otros.

El brazo opresor

De esta manera, por momentos, los espectadores rieron frente a las ocurrencias de los personajes con referencias a esos ocho segundos que duró la República catalana o al brazo opresor, entre otros.

No obstante, uno de los momentos más divertidos del espectáculo llega con la aparición de Mathew, el observador internacional que es el encargado de mostrar al mundo las bondades del proyecto catalán y que se presenta en la obra como perro guardián. Una obra donde se contraponen la visión de un catalán con vocación española frente a los que buscan que Cataluña sea independiente.

Así, La obra presenta a un jardinero de Parques y Jardines que debe dejar el trabajo por culpa del reuma y le ubican en el Museo Rusiñol donde debe representar a este pintoresco pintor, metiéndose en su piel y haciéndolo volver a la vida en las visitas teatralizadas que el museo realiza.

Sin embargo, con el paso del tiempo, el jardinero se termina enamorando de la figura del pintor, al que termina idolatrando y en quien sueña convertirse, sobre todo en esos momentos en los que para soportar el dolor recurre a la morfina, como hacía el artista, mezclándose en su mente la realidad con la ensoñación.

Cuando el Patronato decide transformar el Museo Rusiñol en el Museo de la Identidad se crea un conflicto entre los dos mundos como son el de Rusiñol y el de los que defienden la identidad. De esta manera, la obra se convierte también en una reivindicación del arte como patria universal, a partir de Rusiñol, contra las patrias identitarias.

Así, la obra, dirigida por Ramón Fontserè, reivindica la libertad frente a las patrias supremacistas en tono de burla, al estilo de Ubú president. El sarcasmo, la ironía y la caricatura despiadada de los protagonistas del auge independentista radical son los pilares sobre los que se construye esta sabrosa crítica donde la sátira no deja símbolo sin vapulear, incluidos lazos amarillos o caceroladas, con una escenografía muy funcional, plástica y minimalista.

De cabeza

Así, el nuevo museo de la Identidad Catalana gira entorno a una pieza fundamental como es el cráneo. Y es que para llevar la situación hasta el límite de la sátira, la pieza central o Gioconda de ese nuevo espacio catalán es una imagen de las diferencias que existen entre el cráneo de los catalanes y el de los españoles, donde los primeros poseen un lóbulo frontal más desarrollado que les aportaría una superior capacidad racional.

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