Ramón Fontseré, actor
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Ramón Fontseré, actor
Inmaculada Acién
El Ejido
Viernes, 10 de mayo 2024, 10:43
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Esta noche se sube a las tablas del Auditorio de El Ejido uno de los platos fuertes del 47 Festival de Teatro de El Ejido, como es la compañía Els Joglars, dirigida nuevamente por Albert Boadella, tras 12 años apartado de la dirección escénica y a sus 80 años de edad. En esta ocasión, Ramón Fontseré se pone en la piel del Rey Emérito en una divertida tragicomedia como es 'El Rey que fue', que se podrá ver desde las 21.30 horas y para la que aún pueden adquirse entradas.
–Dos años después vuelve Els Joglars al Festival de Teatro de El Ejido. Se ha convertido ya en una plaza que conocen muy bien...
–El Festival de Teatro de El Ejido es una plaza muy de Els Joglars. De hecho, cuando comencé a ir al Festival de Teatro de El Ejido recuerdo que se hacía en un almacén de frutas que había en un descampado y actuábamos entre cajas. Eran los años 80. Luego actuamos muchos años en el Pabellón de Deportes y desde entonces aquí estamos. Hemos venido periódicamente, desde hace años ya a un auditorio magnífico.
–Siempre han abordado episodios y temáticas que generan controversia en sus obras. ¿Es este espectáculo el más osado de todos los que llevan hechos por tratarse de la figura a la que hacen referencia?
–Es un espectáculo que lo hemos hecho con entera libertad y no nos hemos autocensurado, que ahora es el gran problema, con el tema de la corrección política y los tabúes que se van inventando cada día. El poder tiene que acostumbrarse a que los comediantes podamos hacer la crítica de manera más ácida sobre las cosas que consideramos que no son correctas. Esto ha sido siempre así, desde nuestro referente Aristófanes en la Grecia de hace 2.500 años. En Els Joglars hemos hecho una sátira política pura y dura hacia Puyol. El 'Señor Ruiseñor', fue una sátira sobre el procés. El resto de espectáculos no son sátiras, pero hemos usado el humor y la ironía. Nuestra forma de entender el teatro es a través del humor y de la sátira, pero con una tesis y cierta profundidad para que la gente se pueda entretener y también reflexionar sobre el tema que presentamos.
–¿Cuánto tiempo llevaban dándole vueltas a este tema?
–Hacía tiempo. Para un dramaturgo, la figura del Rey Emérito con una vida llena de contrastes es un material dramático importantísimo. Por eso decimos que si Shakespeare, Molière o Valle-Inclán hubieran sido contemporáneos al rey, le hubieran dedicado una obra, Shakespeare seguramente más.Pero también ha sido una figura esencial en la historia de España. Este hombre cuando muera se recordará porque fue quien trajo la democracia en un momento crucial y que durante 14 meses ostentó el poder absoluto de Franco y lo trasladó a la democracia. De hecho, algo tiene que ver en el hecho de que hoy en día se vote. Su figura y su vida es tragicómica, con sus luces y sus sombras, y nosotros lo plasmamos en las tablas de un escenario.
–¿Y por qué ahora?
–Las cosas salen a veces por azar, por simples casualidades. Acabamos Aristófanes y se volvió a plantear esta idea del Rey Emérito. Para mí, actuar y dirigir un espectáculo como este es muy complicado y hacía tiempo que hablaba con Albert Boadella del tema. Le propuse la idea de dirigir esta obra y él se mostró encantado. Es un hombre con 80 años, que los cumplió este verano mientras ensayábamos, pero con una vitalidad y energía colosal, y nos pusimos manos a la obra.
–¿Cómo fue el proceso?
–Estuvimos cuatro meses ensayando en la cúpula de Pruit, a hora y media en coche de Barcelona, en plena montaña, sabiendo solo el tema y partiendo de improvisaciones cortas, para luego fijar el texto y finalmente buscar el espacio escénico, el vestuario, la música si fuera necesaria o luces, elementos de atrezzo... Todo esto se va encontrando a medida que se va construyendo el espectáculo, por lo tanto es un espectáculo 100% Els Joglars. Es un rejuvenecer y recordar los tiempos en los que nos pasábamos 5 ó 6 meses ensayando, algo que ahora es imposible porque es una ruina, comercialmente hablando. Ahora las producciones son de seis o siete semanas y a estrenar, siempre con un texto hecho. En nuestro caso, nuestro sistema de trabajo es artesanal y de oficio, de construir poco a poco.
–¿Han tenido algún feedback de la Casa Real?
–No, pero se supone que en este país hay libertad de expresión. Es más, si el Rey Emérito viniera a ver el espectáculo, habría momentos que hasta se reiría, otros serían muy duros.
–Se trata de un recorrido por toda la vida del Rey Emérito, pero ¿con especial énfasis en algunos períodos concretos?
–No. Situamos la acción en el momento actual, en un yate, que es un hábitat natural para él, y lo situamos en el Golfo Pérsico. Vemos sus defectos, sus cualidades, cómo se relaciona con los demás elementos de esta ficticia tripulación, y también le hemos puesto un bufón joven y pijo que le dice las verdades y le canta las cuarenta, de manera que le damos la oportunidad de que pueda defenderse y explicar el porqué actuó de determinada manera.
Pero durante hora y media podemos ver que debajo de la corona hay una persona y una condición humana, que es quizás lo más importante. Vemos a un rey que el espectador está acostumbrado a ver protocolario y oficial, pero un rey humano en su vida más íntima no. Y lo que hacemos es un intento de aproximación hacia la figura humana y psicológica de este hombre, sus estados emocionales: alegría, enfado, furia, cachondeo...
–Todo el mundo conoce al Rey Emérito, por ser una figura actual, pero ¿si tuviera que definir su personaje cómo lo haría?
–Es un hombre afable y cercano, como se suele decir, campechano, también pícaro, frívolo, pero es algo que se puede ver en los documentales televisivos. Fue osado y tiene esa vía de contrastes de momentos trágicos, osados, tristes, alegres, ridículos. Por eso Shakespeare se volvería loco con él.
–El hecho de que el espectáculo se desarrolle en un barco, ¿es por su pasión por el mar? ¿Un símil de una vida a la deriva? ¿Por estar entre dos aguas: España y Abu Dhabi?...
–Pueden ser muchas las lecturas. Es un viaje a ninguna parte, allí perdido en el Golfo Pérsico. Un rey que podría haber sido el mejor rey de España. Pero un barco también porque a los borbones históricamente les ha gustado la caza y navegar, y también porque es un espacio natural y dramáticamente es bonito. De hecho, es un espectáculo muy sencillo y muy limpio. Tiene la fuerza poética de que lo mínimo es máximo. Incluso son los propios actores los que con sus movimientos hacen ver que hay oleaje, cuando no hay mecanismos. Todo es teatral, muy sencillo pero a la vez muy exacto y coordinado.
–¿Qué le diría al público?
–Que se lo van a pasar muy bien, van a reír y van a salir mirando al Rey Emérito de una manera diferente a como han entrado.
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