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Gonzalo de Castro en una de las escenas de la obra de teatro.
«La expresión más noble de un actor es sin duda el teatro»

Gonzalo de Castro

Festival de Teatro El Ejido 2023
«La expresión más noble de un actor es sin duda el teatro»

'Plátanos, cacahuetes y lo que el viento se llevó' explica cómo un clásico del cine estuvo a punto de no llegar a ser la gran película que fue

Inmaculada Acién

El Ejido

Viernes, 26 de mayo 2023, 10:45

La 46 edición del Festival de Teatro de El Ejido se acerca a su final, tras cuatro intensas semanas de teatro, danza, circo y música. Cuatro semanas en las que ha habido ocasión de ver grandes obras como la que se pondrá hoy en escena sobre las tablas del Auditorio de El Ejido desde las 21 horas y que protagonizará Gonzalo de Castro. 'Plátanos, cacahuetes y lo que el viento se llevó', dirigida por José Troncoso, muestra lo que sucedió durante el rodaje de un clásico del cine como es 'Lo que el viento se llevó' y que estuvo a punto de dar al traste con esta gran obra.

–¿Una obra de teatro que permite ver la trastienda del cine?

–Sí, quizás más que la trastienda, un episodio muy particular, porque esto es historia del cine, un hecho real. El autor, que es Ron Hutchinson, leyendo las memorias de Ben Hetch, que era uno de grandes guionistas de los años 30 en Hollywood y un script doctor, que era como le llamaban a quienes te arreglaban y te operaban un guión en 24 horas, lee una anécdota que contaba el productor judío David O. Selznick, que en un momento determinado los encerró en una habitación con plátanos, cacahuetes y café para terminar de escribir definitivamente el guión de 'Lo que el Viento se llevó'. Eso es lo que contamos en esta función.

–De ahí el nombre de esta obra...

–Sí, de ahí el nombre, que además puede llevar a engaño porque parece una cosa como muy cómica y divertida, pero es un hecho real lo que contamos en la historia. También un tema que atraviesa de forma transversal la función es el tema del antisemitismo de los norteamericanos hacia los judíos en aquellos años. Cuenta la historia de cómo los judíos inventan Hollywood. Es muy interesante y una función extraordinaria.

–Usted ha hecho cine y teatro. ¿Con cuál disfruta más, más allá de las historias que en cada momento le toque contar?

–El teatro siempre. El teatro es una gimnasia diaria. Un espectáculo que ocurre en un tiempo determinado. El teatro es una liturgia. Uno decide ir al teatro, se viste, se marcha a una sala donde paga para que le engañen, porque sabes que te van a contar una historia que no es real, que hay personas en un escenario que te van a presentar un texto teatral metidos en una caja de zapatos. Pero lo bonito es que la gente va a eso, a pasarlo bien, a escuchar un texto, ver unos actores en directo. Lo que significa el teatro, que no te lo puedes bajar de internet para disfrutarlo. Es como ir o no ir a misa.

Yo siempre digo que la expresión más noble de un actor es sin duda el teatro. Luego está la televisión y el cine que hay que hacerlo para vivir y ganar dinero, si tienes la suerte, y poder hacer teatro con la tranquilidad de que puedes incluso no ganar, pero si tienes la otra llave abierta está mejor.

–Ha dicho en alguna ocasión que se trata de una comedia muy seria. ¿Qué significa esto?

–Más que una comedia muy seria, diría una alta comedia. Una comedia construida a través de un hecho real, con un humor muy destilado, muy fino, no es una carcajada, no es una historia de humor y graciosa, no vamos a levantar al público a carcajadas, sino a contar una historia extraordinaria, de un dato real, que cuenta la historia del cine estadounidense de los años 30, a través de un productor David O. Selznick y de Victor Fleming, que lo hace José Bustos; Ben Hecht, que era el guionista, que terminó de dar forma al texto, que es Pedro María Sánchez, y me asiste una secretaria maravillosa que es la señorita Poppenghul, a la que da vida Carmen Barrantes. Es un texto muy rápido que hay que llevarlo al galope, porque la comedia hay que trotarla y si no la trotas se cae. Y si se cae pierde sentido y ritmo. Es una función rápida, muy bien contada, pero que tiene al espectador enganchado a la butaca, no te puedes distraer mucho. No te puedes despistar ni un segundo. Si quieres comprenderlo todo bien tienes que estar muy atento. Por eso el teatro no es el cine. Aquí no comes palomitas.

–¿Qué temas se ponen sobre la mesa con esta obra?

–El poder, el dinero, el orgullo de raza, la persecución de un sueño, la impotencia, y se pone en tela de juicio el sentirse señalado. Los judíos no tenían en EE UU en los años 30 ningún tipo de negocio. Así que se inventan Hollywood y una historia estupenda, que es la historia del cine norteamericano, que los americanos se la compran. Ellos inventan un sueño, que es un sueño que ellos persiguen, como un maná y lo que están contando es la historia del sueño americano.

El mundo del entretenimiento y hoy los grandes estudios son judíos todos, desde la Warner Bross, Metro Goldwyn Mayer. Es una función que yo no dejaría de ver, porque es un título muy interesante, muy original, muy bien dirigido por José Troncoso. Nosotros lo disfrutamos mucho y lo pasamos muy bien y es una función que te cuenta algo. Te vas a casa con deberes, has visto algo más que un entretenimiento, has visto una función que te cuenta una historia que seguramente no sabías.

–De hecho, hay quien opina que el teatro siempre tiene que tener ese componente de crítica social en mayor o menor medida. ¿Qué opina usted?

–Yo creo que sí, que es un foro extraordinario. Tiene que ser molesto contra el poder y contra todo lo que humilla al hombre, es un foro y una plataforma única para señalar.

–También se habla en la obra de éxito y fracaso. ¿Qué línea más fina puede separar estos dos conceptos a veces, no?

–Una mala noche seguramente, también. La vida es una noria que gira todos los días. Te das cuenta además que eran personas que trabajaban 24 horas al día, que trabajaban desde algo que se ha perdido hoy que es la ambición y entrega maravillosa en lo que creían. Selznick era un productor arriesgado, enloquecido, enamorado de su trabajo y gente que trabajaba con pasión y eso se nota y se cuenta en la función. Eran capaces de jugarse la vida y la muerte por un proyecto en el que creían.

–¿Alguna vez había estado en el Festival de Teatro de El Ejido?

–He ido ya varias veces a El Ejido. Es una plaza que está dentro del circuito teatral. Una maravilla que se lleven 46 ediciones.

–¿Qué le diría a quienes aún están pensando si acudir?

–Yo les exhortaría de que tuvieran la curiosidad de ver la función porque es muy novedosa, no hay nada parecido ahora en el ranking teatral y porque es una historia muy tierna, dulce y descubre el lado más vulnerable del ser humano, con unos actores entregados desde el primer momento y esto es como un cometa, que el que no lo ha visto se lo pierde. Esta función pasa un día por allí y es un día solo.

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