Dos mujeres poderosas y una tragedia contemporánea

Luisa Martín y Olivia Molina interpretan la obra 'Malditos tacones', dirigida por Magüi Mira y escrita por Ignacio Amestoy en el Festival de Teatro de El Ejido

J. B. y M. P.

El Ejido

Sábado, 10 de mayo 2025, 13:56

Magüi Mira, directora de 'Malditos tacones', define la función como «una tragedia contemporánea». «Muchas mujeres vivimos en una permanente tragedia griega», completa Luisa Martín, que junto a Olivia Molina interpreta esta obra, con texto de Ignacio Amestoy. Ayer se subían a las tablas del Teatro Auditorio en el Festival de Teatro de El Ejido con un espectáculo con tintes dramáticos que ha entrelazado la vida de las dos protagonistas bajo una interpretación brillante de las actrices.

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'Malditos Tacones' es un texto palpitante que nos habla de dos mujeres que se enfrentan con el poder en sus manos. Buscan la verdad y encuentran la gran mentira. Dos supervivientes de hoy, que buscan el oxígeno imprescindible para recuperar una dignidad perdida. Sobre ellas, la sombra de un gigante, un cruel Agamenón cualquiera. La herencia de un poder corrupto, con identidad de sexo, como arma de sometimiento.

Luisa Martín interpreta a Victoria Burton, presidenta de una empresa familiar que ella ha hecho crecer hasta convertirla en una multinacional. «Tiene un pasado muy complicado -dice la intérprete-; es una mujer que tiene, por su situación vital, por el estrato social al que perteneces, mucho que tapar. Es un personaje que me supone un reto muy interesante y me gusta poner un espejo en el patio de butacas; estamos en 2024 pero todavía se arrastran muchas costumbres que deberían ya abandonarse».

El poder es uno de los ejes sobre los que gira la función. «¿Qué es el poder? -se pregunta Olivia Molina- ¿El poder es dinero, es estatus, es poder elegir, es tener autonomía o la autoría de la propia vida...? Las dos mujeres viven y nombran el poder de maneras muy distintas. Y no lo saben hasta que la otra se lo dice. Y eso es muy interesante. Lo mismo que no hay una buena y una mala, no hay una heroína que es libre y otra que es hija del patriarcado; son las dos seres con sus equivocaciones, sus complejidades, sus contradicciones y sus fricciones. Y son dos mujeres que están encendidas y descubriendo cómo nombran el poder».

«Me preguntan estos días a menudo si es una función feminista -apunta Luisa Martín-; y yo digo que no especialmente. Es una función en la que hay dos mujeres fuertes, que han llegado a lo más alto de sus carreras. En ese sentido si puede ser un retrato feminista porque es muy difícil que esto suceda. Pero esta función muestra sus errores, sus miserias, sus dolores...».

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En el mundo de la interpretación siempre ha habido mujeres poderosas. «Siempre ha estado más abierto que el resto de la sociedad -admite Luisa Martín-, pero aún así cuesta muchísimo más llegar. También hay desigualdad en los sueldos y consideraciones diferentes; hay muchísimos menos papeles interesantes para mujeres que para hombres. Y a medida que vas cumpliendo años, siempre hay alguien que te sugiere que te tiñas el pelo, que hagas esto o lo otro. Y en cambio, los hombres a medida que maduran parece que se hacen más atractivos. Eso también hay que romperlo. Hay que romper muchas cosas todavía».

Los actores suelen vampirizar a los personajes que interpretan, descubren en ellos algo que, de manera consciente o inconsciente, incorporan a su vida. Olivia Molina dice que María García, la exitosa abogada a la que ella encarna, es una mujer «con una gran desfachatez; se atreve a ser descarada, incómoda; se atreve a vivir su sexualidad y su poder casi con provocación, y poder darle rienda suelta en el escenario a todo esto, que no suele estarnos permitido a las mujeres, es muy terapéutico. Yo tengo más tendencia a cuidar, a calmar las aguas; soy hermana mayor y suelo ser pegamento. Y cuando te ponen una mujer incendiaria como ésta delante de los ojos, dices: ¡Ah, pero ¿esto se puede hacer? Y abre el horizonte».

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«Los personajes influyen muchísimo en los actores -sigue Luisa Martín-; de todos aprendes. Aprendes lenguaje, aprendes a veces anécdotas, curiosidades... Pero sobre todo aprendes comportamientos. Por ejemplo, Victoria, mi personaje, vive en una gran fantasía, en una gran equivocación. Y es importante reconocer esa fantasía para analizarla y aplicar sus enseñanzas a nuestra vida... Todos los personajes enseñan mucho».

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