Justo Felipe Marín Bautista, Jefe de Protocolo en el Ayuntamiento de El Ejido

«Creo que la mejor forma de servir si eres servidor público es en la administración local»

Ha sido el único jefe de Protocolo que este Ayuntamiento ha tenido en sus 41 años de historia, desde la segregación de Dalías de El Ejido

Inmaculada Acién

El Ejido

Domingo, 21 de enero 2024, 23:12

Justo Marín se convirtió en Jefe de Protocolo de la mano del alcalde José Antonio García Acién, primer alcalde de El Ejido tras la segregación de Dalías de El Ejido. Ha sido, por tanto, el único jefe de Protocolo que este Ayuntamiento ha tenido en sus 41 años de historia. Una persona con una gran capacidad de organización y un elevado grado de paciencia, que además confiesa que practica a través del KaiZen, una mezcla del budismo tibetano y el zen de Japón, del arte del cultivar bonsais. Los infartos que ha sufrido en los últimos años, provocados por un trabajo estresante, le han hecho mucho daño pero también cambiar su concepción de la vida.

Publicidad

–¿Cómo decide deciarse al ámbito del protocolo?

–Desde muy joven siempre había tenido la inclinación de organizar cosas, es algo casi genético. De hecho, un viejo profesor me decía que protocolo no se hace, se nace, que es un don, no el protocolo en sí, sino la organización. Pero en cualquier caso, mi objetivo no era dedicarme al protocolo.

–¿Y cuál era?

–Yo iba para militar. Hay muchos antecedentes militares en mi familia y un poquito antes de entrar en la Academia General Militar de Zaragoza, tuve un accidente de tráfico que me cortó la vida por la que yo había trabajado desde la infancia.

–¿Cómo llega entonces a este mundo?

–Llevaba dos años de funcionario en el Ayuntamiento cuando José Antonio García Acién me propuso hacer cosas en este ámbito. Una persona entrañable, gran amigo, una de las mejores personas que yo he conocido y un gran alcalde. Y ya es Juan Callejón quien me da la oportunidad de organizar absolutamente todo lo que había que hacer en elAyuntamiento. Juan Enciso me da toda su confianza, confianza que sigo con Fransicos Góngora.

–43 años, toda una vida.

–Sí, fíjate que te podría decir, equivocándome solo por centímetros, dónde están las primeras piedras de todos los edificios institucionales que se han hecho en todo el municipio, porque las he organizado todas: pabellones, teatros, auditorios, casa consistorial, juntas locales, te podría decir, todo. Y la primera piedra que se coloca es la de la nueva Casa Consistorial en la plaza de la Constitución.

Publicidad

–En sus inicios, no existían estudios reglados de Protocolo.

–No había carrera universitario, entonces. Yo empiezo a formarme en la Escuela Diplomática, en la Escuela Internacional de Protocolo. Además, fuimos la primera promoción de España licenciada en Protocolo, Comunicación y Grandes Eventos, de la Universidad Camilo José Cela, y tengo dos grandes amigos en ella. Uno, al que quiero y aprecio mucho, es mi amigo José Manuel, que es el jefe de protocolo del Ayuntamiento Roquetas. Y otro es el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno.

–De alumno pasó también a ser profesor.

–Sí y puedo decir que estoy muy orgulloso de que hoy ocupen algunos de ellos puestos muy importantes y relevantes dentro del protocolo nacional.

–¿Qué personalidades ha llegado a conocer dentro del mundo del protocolo?

Publicidad

–He participado y he conocido a personas muy relevantes. Tremendamente relevantes. Desde Mijail Gorbachev al rey Hussein de Jordania o Yasser Arafat. He conocido a George Bush Padre en actos en los que he tenido que participar. También me llamaron para los premios Príncipe de Asturias y en la organización de los Juegos Mediterráneos, a las órdenes de un gran señor como era el secretario de Estado Jaime Lissavetzky.

–¿No ha tenido la tentación de marcharse de El Ejido?

–Yo tengo una vocación de servicio público enorme. Creo que la mejor forma de servir si eres servidor público es en la administración local, porque es lo más cercano al pueblo. Es lo más cercano a la gente. No hay algo más hermoso que ser útil a tu pueblo, a tu sociedad. Yo no soy ejidense, soy granadino, pero soy más ejidense que muchos que han nacido aquí. Y me siento más ejidense que muchos de los que han nacido aquí. Por eso, toda mi vida la he decidido dedicar al que es mi pueblo. Pero es cierto que me he podido marchar.

Publicidad

–Cuénteme algunas de esas ofertas que recuerda.

–Tuve una oferta para irme a los Emiratos a formar a chicos por un lado y chicas por otro. Yotra oferta que me gustó mucho fue de un equipo de fútbol de Primera División de mucha relevancia a nivel internacional.

–¿Qué temas son los que más le han marcado durante estos años?

–La situación más dramática, porque además la he tenido que vivir en primera persona, y me tocó junto a otra compañera pasar a máquina todo aquello, fue el cambio de capitalidad y la segregación municipal, aquello me tocó muy de lleno.

Publicidad

–¿Y el caso Poniente?

–Yo no entro en cuestiones de evaluaciones de esto, pero yo le tengo mucho cariño a Juan Enciso. Como alcalde es un hombre que se ha preocupado mucho por su pueblo. Ha sido un gran alcalde. Yo en otras cuestiones me pierdo. Pero sigo creyendo que Juan Enciso es una persona a la que a lo mejor en un futuro habrá que agradecerle cosas. Muchas veces la justicia no sé si es más buena o menos buena, es más justa o menos.

–¿Cuál ha sido el momento más complicado de gestionar desde el punto de vista de protocolo?

–Un momento interesante por lo que suponía fue la visita de un primo hermano del emperador de Japón, que venía con el grupo japonés que instaló en Almerimar. Pero el momento más complicado yo creo que fue la visita del Yo diría que fue una visita del rey Felipe, cuando aún era Príncipe de Asturias, que venía para dos horas, para asistir a las clases del catedrático Fernando Brevia, que había sido profesor suyo. Le esperamos en Almerimar, con toda la parafernalia que montamos siempre con Casa Real. Se estaba desarrollando todo tal cual estaba previsto, pero en un momento determinado, se dirige el entonces Príncipe de Asturias a mí y me pregunta si hay algún impedimento que se quede a almorzar. Le dije de inmediato que impedimento ninguno, que a qué hora quería almorza, me dijo que a la hora que a la hora que estuviera previsto y yo le contesté que normalmente a las tres.

Noticia Patrocinada

–¿Y cómo salió de aquella?

–Recuerdo las caras del alcalde, del entonces Gobernador Civil, del rector de la Universidad, de todas las autoridades que andaban por allí, porque estaban todos descompuestos. Yo me giré y les dije a todos que se fueran a tomar café y dejaran a la infantería hacer su trabajo. Fue la primera vez que usé esa frase.

Entonces les dije a Manolo y Antonio, responsables del Hotel Golf, que teníamos que montar un almuerzo de gala para que el Príncipe y recuerdo que me dijeron que si yo era capaz de llevar gente, levantábamos el congreso de 800 personas y lo transformamos en un comedor. Hice unas llamadas y allí se plantaron albañiles, fontaneros, electricistas, peones de limpieza, todo el mundo moviendo sillas, montando mesas, y los camareros montando los cubiertos. A las 3 de la tarde estaba todo el mundo sentado y comiendo. Recuerdo que luego me tiré tres días sin voz de los nervios.

Publicidad

–¿Y el concierto de los Rolling?

–Lo pasé tenso, pero fue curioso. Conocí a unos individuos tremendamente peculiares, que me pidieron cosas extravagantes, como 100 toallas blancas, que yo no sé para qué eran. Les encantó el cortador de jamón. No sé si habían descubierto el jamón aquí en España, pero descubrieron el gazpacho gracias a Jorge Viseras y se pusieron tibios a gazpacho. Yo me divertía porque le veía como si no hubieran comido en su puñetera vida.

–¿Qué le gustaría organizar antes de jubilarse?

–He tenido la suerte de atender a nuestros tres reyes: a don Juan de Borbón, don Juan Carlos y a don Felipe. Yo preparé el último acto en vida de don Juan de Borbón, con la inauguración de la darsena que lleva su nombre. Creo que me quedan pocas cosas por organizar, pero sí me gustaría inaugurar un monumento a nuestros viejos maestros con sus nombres. Yo te diría que todos aquellos maestros de la época de los años 50, 60 y 70 inclusive hasta mediados de los 80, maestros importantes en una época difícil que dejaron una huella imborrable en muchos de lo que hoy estamos aquí, como don Tomás Reche.

Publicidad

Me gustaría dedicar un monumento al agricultor, que es el verdadero artífice de que El Ejido sea hoy la tierra que es y, sobretodo, también otro monumento a las personas que hicieron grande este pueblo y que desgraciadamente ya no están entre nosotros, aquellos que lucharon los años 50 y 60 por levantar que Elegido no fuese una pedanía

–¿Cuál es el momento que recuerda con más cariño de su carrera como funcionario?

–Estábamos en el antiguo ayuntamiento aún, yo formaba parte de una unidad que se llamaba RINDA, iniciales de registro general, información, notificaciones, etc. de descentralización administrativa y archivos. La Junta de Andalucía otorgó unas ayudas para personas y familias necesitadas. Recuerdo que vino una chica joven de unos 17 años más o menos a pedir una ayuda de esas y le pedimos los datos, rellenamos la instancia y cuando le pedí que firmara me dijo que no sabía firmar, que no sabía escribir. Yo le hice una firma con unas letras legibles y unas rayas para que las copiara y nos hizo una firma. Eso no tendría mayor importancia. Pero casi 30 años después, en este Ayuntamiento me llamó un día una compañera y me pidió que bajara que estaban preguntando por mí. Era aquella niña, ya echa mujer, que me recordó que yo la enseñé a firmar. La anécdota viene cuando mi compañera le dio una estancia que tenía que firmar y sacó un monedero y en la parte transparente llevaba la firma que yo hacía más de 30 años le había hecho, porque la seguía copiando. Cuando volví a mi despacho subí las escaleras emocionado.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad