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Inmaculada Acién
El Ejido
Sábado, 11 de noviembre 2023, 23:19
Son las nueve de la mañana. Se abre la puerta del Colegio de Educación Infantil yPrimaria (CEIP) Teresa de Jesús, ubicado en el barrio de Santo Domingo. Los niños están esperando para entrar a clase, pero ven aparecer a una persona mayor a la que todos se lanzan a abrazar a voz en grito: 'El abuelo Fernando'. Una persona que se ha convertido en alguien muy especial tanto para todo el alumnado del centro, que ha adoptado como abuelo a Fernando Gómez, como en general de toda la comunidad educativa.
Hace ya alrededor de un año que acude prácticamente a diario al colegio. Su misión es trabajar y cuidar el ecohuerto escolar que han creado en el centro. Es tanto el mimo y el cariño con que lo hace y la paciencia que tiene con los escolares, que ese trocito de huerto se ha convertido en una joya que todos saben que hay que respetar y cuidar. Dos valores ya de partida fundamentales que se han conseguido asentar en la mente no solo de los estudiantes, sino de todo el entorno y que está permitiendo unir a todo el mundo sin importar procedencia, etnia o religión. Se ha convertido en un nexo de unión.
En este sentido, se trata de un proyecto que consiguieron impulsar y dar forma el pasado curso académico desde Cruz Roja El Ejido y el colegio. Un ecohuerto que además es intergeneracional.
«Las relaciones sociales, en general, ayudan a las personas adultas mayores a prevenir el aislamiento social y la soledad, además de mantener la cognición», explica Charo Matillas, técnica de programa de Personas Mayores en la Asamblea Local de Cruz Roja El Ejido, quien añade que, además, «las relaciones intergeneracionales, específicamente, en las personas mayores, mejoran la autoestima y las habilidades sociales, y previenen el deterioro cognitivo».
Por lo que respecta a los menores, «el tener relación con personas mayores mejora la tolerancia hacia lo diferente, las habilidades sociales y la empatía, y enseña a valorar a las personas mayores», incide Matillas y subraya también que «un huerto intergeneracional, además, es una actividad divertida, que enseña responsabilidad, compromiso, empatía, respeto, y se puede vincular con el currículo educativo, ya que se ve de primera mano el ciclo vital de las plantas y, además, se valora el entorno en el que nos encontramos, con la relevancia que tiene la agricultura en El Ejido».
Todos estos valores, unido al deseo de este colegio desde hace años de poder crear su propio huerto escolar, hicieron que el proyecto rápidamente se pusiera en marcha.
«El AMPA empezó apuntándose, donándonos la tierra, dos camiones. El colegio nos ofreció más terreno incluso del que tenemos, pero preferimos adaptarnos a la tierra que teníamos disponible», señala Charo Matillas.
El Ayuntamiento de El Ejido también ha colaborado en la puesta en marcha de este proyecto con el cierre perimetral del huerto mediante bloques de hormigón y la instalación del riego por goteo para que sea más eficiente.
Desde Cruz Roja fueron dos voluntarios los que comenzaron este proyecto, a darle forma al huerto y a comenzar a plantarlo, pero tras unos primeros meses, fue Fernando Gómez, quien se quedó al frente de él.
Además y como curiosidad que hace valorar aún más la apuesta de este voluntario es que nada le unía a priori a este centro educativo, del que ahora se ha convertido en parte de su vida.
«Durante muchos años se intentó y de todas las maneras posibles hacer un huerto, pero no había forma. Al final hemos conseguido ponerlo en marcha porque toda la comunidad educativa piensa que el huerto es suyo», destaca Mari Carmen Matillas Villegas, secretaria de AMPA, a la vez que explica que «a Fernando lo ven todos los días aquí trabajando y como les ha enseñado a cuidarlo y respetarlo, el huerto está saliendo adelante porque todo el mundo lo ve suyo. Y es que tienen que cuidar las cosas del abuelo Fernando».
De esta manera, este proyecto está permitiendo además adquirir valores como el respeto a la naturaleza, a compartir, a conocer el entorno, las plantas y el campo.
Sin ir más lejos, además de implicarse en el cuidado del huerto y plantar ellos mismos sus propias plantas, atentos a las explicaciones del abuelo Fernando, para implicarlos aún más, ya son más de 500 las plantitas o plántulas que Fernando Gómez les ha regalado a los niños para que se las lleven a casa y aprendan a cuidarlas junto a su familia. Otra manera, sin duda de implicar a toda la comunidad educativa y estrechar lazos familiares.
Segunda fase: ampliación de huerto y compostera artesanal
Tras esta primera fase del proyecto, desde el propio centro educativo ya se está trabajando en una segunda fase que permita ampliar el huerto, así como en la construcción de su propia compostera.
«Para los niños ha sido una innovación, un elemento muy importante», afirma Juan Antonio Rodríguez, director del centro, quien tiene claro que Fernando «es el verdadero artífice».
«Llevábamos muchos años peleando, por lo menos diez o quince años. Lo hablamos incluso con el Ayuntamiento, pero no veían factible hacer un huerto escolar, hasta que al final lo hemos conseguido. Estamos muy contentos, porque además no pensábamos que esto iba a durar, pero está durando por Fernando», explica María Dolores Bonilla Parrón, Jefa de Estudios del colegio.
De hecho, en cursos anteriores incluso crearon un jardín vertical con botellas de refrescos recicladas colgándolas en la valla. Las clases tenían un cuadernillo de seguimiento, tenían que bajar y observar cómo iban sus plantas, pero no podía tener mucha continuidad.
Ahora que este proyecto ha calado y se ha consolidado, el siguiente paso que se plantean es hacer su propio abono. «Con palet de madera queremos construir nuestra propia compostera y que con los residuos vegetales de los desayunos de los niños y del comedor podamos convertirlos en materia orgánica para el suelo», comenta María Dolores Bonilla.
Fernando Gómez, también trabaja ya en la idea de ampliar el huerto, de poder vallarlo y poder cerrarlo con puerta incluso, para protegerlo un poco más.
No obstante, los alrededor de 300 metros cuadrados que tienen actualmente de instalaciones les permiten cultivar patata, habas, guisantes, tomates, lechugas, cebollas, ajos, coles, berza y a ello se suma la planta ornamental. «Incluso tenemos dos esquejes de higuera para plantarlas cuando crezcan un poco más», señala Fernando Gómez.
Un proyecto de ecohuerto intergeneracional que ya está sirviendo incluso de ejemplo, ya que también desde Cruz Roja Adra han comenzado a desarrollarlo.
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