Desde hace cuatro años, Álvaro Godoy tenía claro que quería convertirse en profesional. Un objetivo que, sin embargo, le ha costado alcanzar más de lo ... que esperaba, debido a la pandemia. Este joven de 20 años se convertirá en menos de un mes en el primer boxeador profesional ejidense. Un deporte en el que entró de casualidad siendo aún un niño y que ahora le gustaría que fuera en el futuro su única profesión.
-¿Cómo entra en el mundo del boxeo?
-Entré siendo un niño, buscando un deporte que me gustara y que me ayudara a perder peso. Yo era un niño con sobrepeso. En el colegio se reían de mí, pero lejos de quedarme quieto, volcaba toda mi rabia y mi ira contra ellos. No sabía pelear pero cuando se metían conmigo me tiraba encima de ellos y les pegaba. Me peleaba con quien hiciera falta, me daba igual que fueran mayores que yo. Pesaba entre 80 y 90 kilos y medía 1,50. Mi sobrepeso se debía a que comía mucho y era muy sedentario. Era más de bollos y play station que de jugar en la calle.
¿Diría que sufrió bullying en el colegio?
-No lo considero bullying porque yo me defendía, pero sí querían herirme con sus insultos y hacerme sentir inferior. Me peleaba si alguien decía algo que no me gustaba. Al final llegó un momento que ya no me decían nada porque sabían que si no se iban a tener que pegar conmigo. Pero cuando empecé en el Instituto, en Primero de la ESO, con 12 años me volvió a pasar, con la diferencia de que allí me peleaba con niños de 15 años. Me he llevado más de una paliza entre dos o tres.
-¿Cuándo comenzó a practicar deportes?
-Desde los ocho años mi madre comenzó a apuntarme a deportes para que adelgazara, pero nada me llenaba. Hice natación, pádel, baloncesto, fútbol y taekwondo. En natación me dijeron de competir, pero no lo hice porque no me atraía. Competí en taekwondo, pero no se me daba muy bien y no me sentía bien cuando perdía. Iba más bien obligado. Sin embargo, a boxeo voy porque me gusta. El boxeo lo descubrí con 12 años.
-¿Quién lo acerca al boxeo?
-A mi padrastro le gustaba el boxeo y fue él quien me animó a apuntarme. Gracias a él aquí estoy porque yo no sabía nada de boxeo, ni siquiera que era un deporte. Yo conocía el fútbol y poco más.
¿Dónde comenzó?
-Me metí en el club Alemán Castillo y desde entonces no he salido de allí. Primero en el gimnasio que había en la zona de Las Palmeras. El año que cerró el gimnasio también lo pasé mal, porque me quedé delgado y luego volví a engordar ese año. Bajé la actividad física y volví a lo que era antes.
-¿Qué sucedió cuando comenzó con el boxeo?
-Cuando me apunté a boxeo, comencé a dejar peso. Pesaba 80 kilos y en un año perdí 12 kilos y crecí 15 centímetros. Entonces la gente también comenzó a mirarme de manera diferente. Ya no me llamaban gordo. Eso también me ha molestado mucho, porque cuando estaba gordo se metían conmigo y cuando adelgacé y cambié querían ser mis amigos. El lado positivo es que vivir toda esa situación me hizo darme cuenta de quiénes eran verdaderamente mis amigos, los que siempre han estado a mi lado.
-¿Le cambió también el carácter?
-Sí. Me di cuenta que a raíz del boxeo era menos agresivo, porque toda mi ira y cuando siento rabia, vengo a entrenar y me desahogo con el saco. Antes buscaba la pelea. Ahora, sin embargo, huyo de las peleas, no me gustan y no las veo bien. En el ring me gusta pelearme porque lo veo como un deporte y el respeto es fundamental. Sabemos que no es una pelea porque nos tengamos rabia, sino por deporte y eso hace que se cree una conexión especial y un vínculo de respeto mutuo, por lo que una vez que acaba puedes tomarte un café o una copa y ser amigos. Sólo por el hecho de subirse a un ring, para mí la persona que tengo delante tiene todo mi respeto, gane o pierda, sea mejor o peor, porque no es fácil subirse a él.
-¿Le atrapó de momento el boxeo?
-Al principio cuando era únicamente entrenamiento no. Pero empecé a entrenar y mi entrenador me ofreció la posibilidad de pelear. Cuando me subí a pelear y sentí esa conexión con la otra persona fue lo que me gustó y me motivó a seguir. El abrazo que me dio mi oponente en ese primer combate cuando acabamos fue el que me hizo darme cuenta de que es un deporte noble.
-¿Cuántos combates lleva en Amateur?
-Tengo 26 peleas de las que solo he perdido cuatro, todas las que he perdido han sido a los puntos. De las que he ganado, todas han sido también a los puntos, salvo una por KO, porque yo no pego fuerte. Soy más de esquivar y me muevo bien. Yo digo que corro mucho para que no peguen (risas). Pero eso es boxeo inteligente, que no me peguen y yo pegar.
-¿Y recuerda su primer combate?
-Claro. El primer día que me subí al ring fue alucinante. Uno de los días más felices de mi vida. Me lo pasé muy bien. Mi primer combate lo gané por KO Técnico en el segundo asalto con 13 años. Mi segunda pelea fue en el Campeonato de Andalucía, donde llegué a la final y me tocó pelar contra Óscar Díaz 'El Toro', integrante de la selección española. Esa final la perdí. Desde entonces mi mayor objetivo es vencerle. Él ya es profesional y lleva siete combates y no ha perdido ninguno. Mi objetivo es, cuando ese chaval gane el Campeonato de España, que lo va a ganar porque es muy bueno, pelear contra él y quitarle el título, porque me he enfrentado a él dos veces en el ámbito Amateur y las dos me ha ganado.
-¿Qué siente cuando le toca salir al ring en un combate?
-Al principio me sentía muy nervioso, ahora lo controlo un poco más, porque ya he peleado muchas veces. Aún así, los nervios nunca se te quitan. Sientes mucha presión en el pecho, el corazón se te empieza a acelerar, pero desde que sales del vestuario hasta que subes al ring. En el momento que estás encima del ring, tu mente se queda en blanco. No piensas. Es más, me bajo del ring y no recuerdo lo que he hecho durante el combate. Es como que tu mente está en blanco y tu cuerpo actúa solo. Después ves los vídeos de tu pelea y de la mitad de los golpes que has dado o te han dado no te acuerdas. Es como que tu cuerpo hace de manera automática lo que tú has entrenado, tirando de reflejos. Por eso es fundamental ser muy constante con los entrenamientos y entrenar mucho. .
-¿Estudia o trabaja, además del boxeo?
-Dejé los estudios cuando acabé Cuarto de la ESO. No me gustaba estudiar. Ahora estoy trabajando en EjidoHotel gracias a mi patrocinador principal que me patrocina y me da trabajo y lo puedo compaginar con los entrenamientos.
-Dice que le introdujo en el boxeo su padrastro. ¿Qué opina su madre?
-Mi madre a día de hoy sigue sin ver que yo pelee. Dice que si es lo que me gusta, que ella me apoya, pero no quiere venir a verme pelear. Sólo vino a Murcia en la Final del Campeonato de España a verme. En marzo cuando dé el salto a profesional no sabe si vendrá, porque le da aún más miedo. Y es que en Amateur llevaba casco, pero ahora le da más miedo de que me pase algo y lo veo normal. Mi padrastro sí que viene a todos los combates que puede y mi tía también.
-¿Por qué decide en este momento dar el salto a profesional?
-Desde que descubrí que el boxeo me gustaba, a los 16 años, después de salir del Campeonato de España, le dije a mi entrenador que iba a entrenar duro para ser profesional a los 18. Cumplí 18 años en diciembre e iba a dar el salto a profesional, pero entró la pandemia, decretaron el estado de alarma y se anuló todo. Yo me quedé todos esos meses sin entrenar. Engordé cinco kilos, no tenía ni el mismo fondo físico, ni la forma.
-Le pasó factura la pandemia, entonces.
-Mucho. Me vine muy abajo. Estaba muy feliz porque iba a dar el salto y cuando de pronto todos los planes se vinieron abajo, me quedé muy tocado. De hecho, cuando salimos del Estado de Alarma yo ya no quería entrenar. Todos mis amigos son gente que fuma porros y al final me metí en ese mundo. Es verdad que luego me di cuenta que no era eso lo que quería. Cuando cumplí los 19 decidí volver de nuevo a los entrenamientos, volví al gimnasio y me lancé de nuevo a mi objetivo de ser profesional. Ahora llevo un año entrenando solo para eso y en marzo voy a conseguir debutar.
-¿Ha sido ese el momento más crítico de su carrera hasta ahora?
-Sí, para mí el momento más crítico fue cuando entré en el mundo de las drogas, el primer año de la covid. Ahí trabajaba en un almacén y solo pensaba en ganar dinero para gastarlo en la droga y en mi casa. Pero me sentía mal conmigo mismo, porque tenía muchos cambios de humor, porque yo nunca he bebido ni he tomado drogas y cuando comencé en ese mundo vi que no era lo mío. También me di cuenta que mi madre lo estaba pasando muy mal. Yo siempre he sido muy sincero con ella y cuando estaba empezando con las drogas se lo dije y se lo hice pasar mal a ella y a toda mi familia. Cuando me di cuenta, fue cuando tomé la decisión de dejarlo y volver a entrenar.
-¿Cuándo y cómo será su salto a profesional?
-El salto a profesional será el 5 de marzo en EjidoHotel. Una velada que organiza Alberto Alemán con mi patrocinador y lo más seguro es que la gente cene mientras disfruta de la velada de boxeo y después habrá barra y música de DJ. A lo americano. Se trata de intentar levantar de nuevo el boxeo, porque antes había mucho boxeo y se perdió. De hecho, este año se está levantando porque han ido a las Olimpiadas de Tokio cuatro boxeadores españoles y eso hacía tiempo que no sucedía.
-¿Qué cambia con el salto a profesional?
-A diferencia de Amateur hay más asaltos y por tanto es más parado, porque tienes que medir más las fuerzas. En el primer asalto en Amateur puedes tirar entre 100 y 150 manos de media, mientras que en profesional puedes tirar unas 20, porque ese guante pica mucho y con ese guante en frío una mano bien pegada puede hacerte mucho daño y fastidiarte toda la pelea. Los primeros asaltos son los más peligrosos, por lo que son más de tanteo y de conocer al rival, de hacia qué lado se suele mover, qué mano suele tirar. Por eso, el profesional es más parado. En Amateur es muy loco, porque el guante no duele tanto y es más difícil que te tiren.
-¿Cuál es su objetivo?
-El más inmediato es mi debut el 5 de marzo. Ver cómo me encuentro y me siento en el campo profesional, donde voy a competir en 70 kilos.
-¿Y contra quién?
-No sé aún contra qué rival, pero tampoco me preocupa, porque nunca he preguntado por mi rival ni me he informado sobre ellos. Yo entreno para ganar, pero mirándome en mí y en cómo estoy.
-¿Y qué otros objetivos se marca dentro del boxeo?
-Después de debutar, mi siguiente objetivo es enfrentarme a 'El Toro' y ganarle. Si no puedo ganarle a ese, no creo que pueda ganarle a nadie fuera de España. Luego, si sueño, sería ir a Campeonatos Mundiales y poder vivir del boxeo. Y me gustaría no cambiar de entrenador nunca, porque tu entrenador tiene que saber llevarte y a mi Alberto me conoce desde que tenía 12 años, me ha criado prácticamente. Siempre que he necesitado algo he podido contar con él y con su familia.
-¿Qué escucha cuando pelea?
-No escuchas las voces que hay a tu alrededor, solo escuchas a tu entrenador y aquellas voces más cercanas a ti como podría ser mi madre.
-¿Alguna vez le han dejado KO?
-Nunca me han hecho un KO por el momento, pero a mi entrenador sí y dice que no te enteras de nada, que es como que te levantas en otro sitio y no sabes dónde estás, como si el cerebro se desconectase, pero luego no te duele nada ni pasa nada. Me han dicho que es peor que te den una paliza que un KO y palizas sí me han dado dos.
-¿Cómo fueron?
-Una me la dio 'El Toro' en mi segunda pelea y otra fue en la final del Campeonato de España, pero fue por mi culpa porque perdí los estribos. En el boxeo, cuando te enciendes y ya no piensas, es cuando te pegan más. Tienes que saber ser muy frío y estar en tu sitio todo el tiempo, no lanzarte, aunque te comas un golpe, esperar a tu momento. El boxeo es un deporte de mucha inteligencia aunque parezca lo contrario.