Vicky Hedwig, Ana Belén y Carmen del proyecto Eracis, y Fatma, madre del AMPA del CEIP José Salazar, con el acebuche centenario .

El Abuelo Acebuche busca echar nuevas raíces

La asociación 'El Árbol de las Piruletas' ha iniciado un proyecto de concienciación medio ambiental que tratará de contagiar a todos los niños del municipio ejidense

Inmaculada Acién

El Ejido

Domingo, 14 de marzo 2021, 23:53

La asociación de 'El Árbol de las Piruletas' ha iniciado un proyecto educativo con el pretende trabajar con todos los niños del municipio dos conceptos básicos para el futuro de cualquier sociedad como son el respeto por el medio ambiente para tener un futuro más sano y limpio, pero también el de la paz, el de una sociedad que viva en armonía.

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Dos conceptos que se hacen uno en la historia del Abuelo Acebuche. Desde que 'El Árbol de las Piruletas' se formó en 2004, la educación ambiental ha sido la herramienta y el eje referencial de esta asociación. Por eso, cuando desde el proyecto Eracis, del que forman parte, les pidieron que todos escribiesen un poema sobre el Día de la Paz se acordaron de un centenario acebuche que hay en el municipio de El Ejido y «que además está en un rincón precioso, junto al Aljibe Matillas, uno de esos elementos patrimoniales que nos recuerdan la importancia del agua y de lo duro que fue hacer brotar esta tierra y hacerla crecer. Sin esos aljibes, sin ese agua, sin esa inteligencia no hubiese sido posible todo lo que tenemos», explica Moisés Palmero, educador ambiental y coordinador de esta asociación.

Y es que al acebuche también se le conoce como el olivo silvestre y la rama de olivo, que la paloma blanca lleva en su pico, ha sido y es considerado universalmente símbolo de paz.

Así, el pasado 26 de enero, Día Internacional de la Educación Ambiental dio comienzo un proyecto que finalizará el próximo 30 de enero de 2022, Día Escolar de la Paz y la No Violencia.

«El Abuelo Acebuche es un proyecto muy sencillo, muy ambicioso y con una gran carga simbólica. Lo que queremos es que en cada uno de los colegios del municipio de El Ejido haya un hijo de este acebuche centenario», explica Moisés Palmero.

Para ello lo primero que hicieron los miembros de esta asociación, con la participación de otros miembros de Eracis en El Ejido, fue recoger las acebuchinas, con las que Vicky Hedwig, técnico de conservación de El Albardinal, jardín que pertenece a la Red Andaluza de Jardines Botánicos y Micológicos, replicará y cuidará durante todo un año en estas instalaciones hasta conseguir que las acebuchinas echen raíces y se conviertan en plantones.

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«Para poder multiplicar nuestro acebuche y obtener pequeñas plantitas, hemos recolectado las acebuchinas directamente de la copa del árbol, después les quitamos la pulpa para dejar el hueso limpio, y con unos pequeños golpecitos abriremos unas grietas por donde entre el agua, facilitando así la germinación, de manera que ya solo nos quedará ver salir las primeras plantas», explica Hedwig.

Símbolo de unión

La idea es después meter esas plantas en pequeños maceteros que tendrán forma de dos manos unidas como si sujetaran el árbol que se va a plantar en ellas y con esas manos unidas «simbolizar la unión, la necesidad de sostener la naturaleza, de mantener la cultura y de llevar la paz de un sitio a otro», indica Moisés Palmero, quien añade que será entonces cuando las lleven a cada uno de los colegios, y «allí nos desentenderemos de ellas porque lo que queremos es que cada colegio la cuide y la utilice el Día de La Paz para hacer las actividades alrededor de ellos».

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El objetivo es que ese acebuche centenario siga echando raíces en el municipio. «Supongo que algunos lo dejarán en ese macetero, porque el acebuche podrá resistir ahí varios años, quizás con el tiempo lo trasplantarán a otro más grande», apunta Palmero, si bien esperan que aquellos que tengan un gran patio puedan plantarlo para que crezca lentamente, «para que los hijos del acebuche centenario de El Ejido se vayan reproduciendo por todos nuestros centros educativos, que le den sombra, que le den alimento, que sean el soporte para toda esa fauna urbana que vive con nosotros, y para que sean símbolo de paz como lleva representando a lo largo de toda la historia de la humanidad».

Como reconoce este educador ambiental «es un proyecto ambicioso y bonito, porque tiene que alargarse en el tiempo y participar mucha gente, pero la concienciación ambiental, la conservación de la naturaleza, la conservación del patrimonio y la elaboración de la paz es un proceso largo que se hace con pequeñas semillas que quedan plantadas en cada uno de nosotros y que tienen que ir creciendo lentamente». Un proceso que ellos han sembrado, pero en el que esperan que todos ayuden para hacerlo crecer.

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