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Elizabeth de la Cruz
Jueves, 21 de abril 2016, 12:29
Pero para los vecinos del barrio ejidense de Pampanico, el Centro de Acceso Público a Internet, conocido, querido y renombrado como su CAPI, tras más de cinco años suponiendo como ellos mismos dicen el «único servicio» para la población de la zona, que de un día para otro haya tenido que echar el cierre solo les ha dejado un profundo «vacío» y muchos recuerdos en su interior.
«Nos ha ayudado mucho, así que ahora todos preguntan por el CAPI, no saben por qué lo han cerrado, y lo echamos mucho de menos», explica Conchi Santiago, quien reconoce haber exprimido al máximo todos los servicios que ofrece ya que como reconoce humildemente, «desde que lo abrieron he aprendido todo aquello que no sabía».
Sin embargo, al igual que Conchi, la mayor parte de los vecinos de este barrio de El Ejido, desconocen todo el proceso que se ha seguido para evitarlo por parte del organismo de quien depende, la Fundación Secretariado Gitano. Porque la mala noticia se extiende más allá de Pampanico y también arrastra a los CAPI Los Almendros y La Fuentecica. Así lo ha aclarado la coordinadora de la Fundación Secretariado Gitano en Almería, Dolores Ramón, quien recuerda que se encontraban a la espera de conocer si finalmente podrían volver a recibir la subvención de la Junta para los centros Guadalinfo. Una renovación que sí se concedió pero que por el contrario «no garantiza muy bien cuando se van a hacer los pagos de la misma», apunta Ramón.
Como señala, «normalmente se estiman los plazos y el problema está en que desde la Fundación Secretariado Gitano tenemos que responder a una serie de programas con una garantía de cobro». Por todos estos motivos, la coordinadora de la fundación, lamenta la decisión que se han visto obligados a tomar desde este organismo, pero afirma que han intentado «agotar todas las vías», tanto en encuentros con la Junta como mediante «reuniones con el Ayuntamiento», y que la Fundación Secretariado Gitano no puede afrontar el desarrollo de esos servicios, sin saber cuándo recibirán los pagos de esa subvención que necesitan entre otras cosas para poder hacer frente al alquiler del local en el caso del CAPI de Pampanico.
Pero como dice quien hasta hace apenas un mes era el dinamizador de este Centro de Acceso Público a Internet en este barrio ejidense, Manuel Cortés, «yo me he podido quedar sin empleo, pero los vecinos de Pampanico se han quedado sin ningún recurso».
Vecinos, hombres y mujeres, de todas las edades que como hace hincapié otra de las usuarias de este centro, Jessica Santiago, acudían al CAPI en busca de ayuda porque «nos servía para todo, hasta para buscar trabajo». Y también como lugar de asesoramiento, de quejas, de inquietudes, de papeleo, de centro neurálgico, a punto de encuentro, ocio, centro de estudio, y acceso a Internet. Porque como reza el refrán, lo mismo para un roto que para un descosido, el CAPI de Pampanico ha intentado abarcarlo todo.
«Hemos ido a muchas charlas, hemos hecho talleres de todo tipo, a mi hija la mandaba allí para hacer los deberes y aprender a coger el ordenador, luego hacíamos costura, cocina, manualidades, taller de peluquería, maquillaje, he aprendido a buscar trabajo y a hacerlo por ordenador, he aprendido muchísimas cosas», insiste orgullosa Conchi.
600 usuarios
Por eso no es de extrañar, que desde la Fundación Secretariado Gitano se muestren tan preocupados por la situación en la que quedan ahora los vecinos de Pampanico. «Desde los CAPI atendíamos a una media de 600 usuarios, y ahora en la capital aunque se hayan cerrado, seguimos de alguna manera prestando algunos servicios, pero en Pampanico también por encontrarse más alejado, ahora mismo no está recibiendo ninguno, tan solo el de absentismo», expresa la coordinadora de la fundación.
Como dicen Francisca, Pilar, Tamara, Conchi y Jessica en representación del sentimiento compartido por toda la población de este barrio ejidense, tras el jarro de agua fría que supuso para ellos conocer la noticia, a sus mentes solo vienen los «recuerdos, de todas las clases», porque en el interior de ese pequeño local que hace apenas un tiempo había cambiado de emplazamiento, cada día se presentaba, la solución a muchos problemas y dificultades de su día a día.
«Hemos conocido a gente diferente, hemos respirado otro ambiente en el barrio, y nos han dado consejo y todo lo que han podido», coinciden Conchi y Jessica.
Escuchar, o leer todas estas impresiones, y palabras que dedican los vecinos del CAPI de Pampanico, solo provocan más preocupación en la cara de quien era a pesar de su juventud su especie de guía, el dinamizador del centro, Manuel Cortés. Como lamenta, «estas personas realmente necesitan un servicio que les atienda, ya que están alejados y para cualquier gestión tienen que ir hasta El Ejido, y en la carretera no hay ni una acera, no hay un sitio habilitado. Hoy todo se hace por ordenador, por Internet, sacar cita para el DNI, médico, SAE, para cualquier gestión se necesita Internet, y a ellos les ayudaba mucho tener un centro como el CAPI».
Sin embargo desde el pasado mes de abril una verja cubre la puerta del CAPI de Pampanico y ni siquiera el rótulo identificativo se encuentra ya en la fachada. Cuando este grupo de mujeres se acerca hasta su entrada piden, demandan y reiteran, «necesitamos el CAPI, lo necesitamos, después de tanto tiempo ya no podemos vivir sin este centro».
El Centro de Acceso Público a Internet CAPI de Pampanico, centro Guadalinfo y dependiente de la Fundación Secretariado Gitano, abrió sus puertas en 2008 y desde entonces centenares de vecinos de esta barriada ejidense han encontrado en él una ventana a la Red y a Internet, pero también un punto de convivencia, aprendizaje y de búsqueda del crecimiento personal y profesional de todos sus usuarios.
Cinco años atrás, para ellos, el CAPI era algo nuevo que aprendieron a conocer poco a poco para la mejora de sus vidas. Hoy, cuando lo observan desde la tristeza de verlo cerrado a cal y canto, temen que se trate de una acción definitiva, les parece un sueño que se desvanece.
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