A El Ejido le sigue pesando el bronce

Y es que en Segunda B parece que la letra con sangre entra y tras la derrota en Melilla se volvió a ver la dificultad de la categoría ante un equipo con más físico que técnica y que estuvo muy acertado de cara a puerta, si bien perdonó el cuarto sobre el límite del tiempo reglamentario de unos primeros 45 minutos en los que no daban crédito a las facilidades que se encontraron. Tras el descanso la intensidad ejidense subió enteros y se comenzó rozando el gol de nuevo, pero tampoco era el día en ataque, incluso con algún regalo devuelto al que Pedro Mérida no supo quitarle el lazo.

Con Álvaro Ocaña muy metido en el papel de carrilero, suya fue la internada con pase a Mérida en el 2, haciendo de pivote en la frontal de área. El delantero acomodó el pie para hacer una dejada al primer toque que ponía solo ante el portero a Alfonso, cuyo disparo sacó Pol con las piernas evitando lo que podría haber sido el 1-0 y un cambio radical de escenario.

Respondió el Granada con una entrada por la izquierda de Tomás, que sirvió un buen centro rematado alto en el segundo palo por Jean Carlos ganando la partida por arriba. Resultó ser un aviso de la endeblez de la zaga local, que tan caro se pagaría.

Javilillo, que después desaparecería junto a sus compañeros en la vanguardia, tuvo que protagonizar cogiendo las riendas una jugada individual culminada con un disparo desde dentro del área que apenas puso en apuros a Pol, guardameta peculiar que incluso se permitió el lujo de despejar con la cabeza un balón en medio de dos celestes en una jugada antes del descanso. Fue casi lo último del CD El Ejido antes de entrar en estado de trauma, pues, en el 13, Jean Carlos, el más dotado de los foráneos, hizo la diagonal desde la derecha, se metió hasta la cocina y desde la línea de fondo sacó el pase de la muerte para que Luis Suárez marcara el 0-1.

Navidad en agosto

Lo que era de esperar se produjo y se desconectó entonces la medular ejidense predominando los pases largos desde la defensa que poco gustaron a la afición. Encima, cuando parecía arrancar de nuevo el equipo de Alberto González un robo de cartera de Matheus en una presión a Segura supuso el 0-2 fusilando al meta García.

El lamento consigo mismo del central fue bien visible en la grada y el choque se ponía muy cuesta arriba. Era el 26 y se vivía una situación de serio peligro de tirar los tres primeros puntos como local por la borda ante el nerviosismo que ya imperó sobre el césped. Dicho y hecho. En el 32 Álex Bautista le entregó el balón al mismo Matheus en una salida desde atrás. El delantero encaró a Segura, se hizo hueco y cruzó perfecto para el 0-3 dejando a García clavado.

Con muy poco el Granada B encarriló el partido, pese a que justo antes del tercero se produjo el cambio obligado de Luis Suárez por una lesión. Planaguma lo sustituyó por otro delantero, Marc Nierga, pese a que el marcador iba con 0-2 para los suyos. El dibujo no se modificó, como tampoco la falta de inspiración celeste, que si en defensa no tuvo su día tampoco estuvo fino en ataque. Pedro Mérida, desasistido, era un islote que tocaba poco, pero lo que tocaba lo hacía con criterio. El público animó, pero el CD El Ejido quiso y no pudo. En esas Javilillo abrió a la única subida por la derecha de Neto, cuyo centro preciso fue cabeceado por Alfonso, libre de marca, al centro de la portería.

Segura puso un balón largo acto seguido que Mérida tocó con la testa sobre la salida de Pol a la frontal de su área, pero sin suficiente potencia, fácil en el despeje de Hongla, cuanto el balón botaba hasta la raya de gol. Antes del descanso, y rompiendo la máxima efectividad granadina, Navarrete se llenó de balón en el área tras un córner, perdonando el cuarto.

Impotencia tras el descanso

Había que reaccionar y de vestuarios se salió con la lección leída, pero no se tuvo nada de acierto. Dos jugadas seguidas de Alfonso condujeron a dos córners consecutivos en los que se rozó el gol, primero con Segura bien tapado por la defensa nazarí cuando quiso revolverse para chutar, y después con Javilillo tirando alto una gran dejada de Bautista desde el segundo palo. No era el día y lo último que podía hacerse era rendirse, lo que no se produjo en ningún momento y lo que la grada recompensó al final.

Incluso hubo un regalo parecido a los que se había hecho en la primera parte devuelto por Hongla a Mérida, que tiró al muñeco. De hecho, todo sucedió en dos minutos, pero después hubo poco que llevarse a la boca. Dos partidos, dos derrotas y dos lecciones de lo que obliga el ser de bronce.